Comunicar nos conecta con los demás
Hablamos para conocernos y comprendernos mejor los unos a los otros, para tener una buena convivencia, evitar conflictos, pedir lo que necesitamos, construir lazos que nos unan a quienes nos rodean…
Pero en verdad comunicamos mucho más que sólo con la voz.
El lenguaje corporal juega un papel fundamental (los gestos que hacemos con la cara, la postura de nuestro cuerpo, manos, piernas. torso, la tensión de nuestros músculos, la energía que desprendemos,…)
Y también comunicamos con la paralingüística (el tono de voz, la velocidad, cadencia y musicalidad con la que hablamos,…)
De hecho, las palabras sólo tienen un 7% de importancia en el mensaje.
El 93% restante es toda esta parte no verbal de la comunicación que te acabo de contar.
¡Así que no hay excusa que valga!
Aunque no te sientas muy hábil hablando, ahora ya sabes que puedes interactuar mucho mejor cuidando el resto de aspectos comunicativos.
Al conversar (y más aún si es un tema peliagudo o una discusión) debemos tener mucho cuidado con algunos errores que cometemos.
La mayoría de estas interferencias en la comunicación las hacemos sin querer, sin darnos cuenta ¡pero eso no nos exime de evitarlo!
A veces son malos hábitos que hemos ido adquiriendo, y que nos desconectan del otro al conversar.
La mayoría denotan una falta de empatía, de escucha activa, de asertividad y de respeto.
¿Y qué suele pasar cuando hablamos con alguien y nos hace sentir incómodos? ¿O peor aún, ofendidos y juzgados?
Pues que nuestro cerebro límbico se siente en peligro, por lo que tendemos a protegernos y defendernos, en lugar de tener la actitud abierta necesaria para llegar a un acuerdo.
Así que pongamos el foco en estos factores para cuidar más nuestra forma de comunicarnos.
Principales errores en la comunicación
Antes de hablar con nadie (sobre todo si vamos a tratar algo importante) debemos tener cuidado con estos enemigos del entendimiento:
- Elegir un lugar o un momento poco adecuados (dejemos de discutir en sitios públicos, con gente delante, en el coche -que es peligroso-, etc.)
- No estar ambos receptivos (hay veces que simplemente no nos apetece hablar, o vamos con prisa, estamos pensando en otros asuntos,…)
- Elementos estresantes externos (evitemos que haya demasiado ruido, temperatura desagradable, incomodidad,…)
- Estresores internos (cuidado con las prisas, cansancio, nervios,…)
Trata de buscar un sitio neutro y tranquilo, donde podáis hablar a gusto.
Procura que ambos tengáis buena predisposición y actitud. Se trata de comprenderos, conoceros mejor mutuamente. No de llevar la razón.
Una vez que ya estamos en la conversación, debemos tener cuidado con:
- Utilizar un tono monótono y/o muy agudo.
- Hablar demasiado deprisa, ¡se trata de que te entienda, no querrás aturdirle!
- Gritar o hablar con una actitud amenazante (mucho ojo al lenguaje corporal, al espacio que abarcas con tu cuerpo y tus gestos; no hagas demasiados aspavientos, cuidado con invadir el espacio personal del otro, nada de señalar, y por supuesto fuera insultos y amenazas)
- Hacer un discurso excesivamente largo (enrollarte como las persianas y saltar de un tema a otro)
[CONSEJO: si vas a hablar de algo complicado, hazte antes un esquema con las ideas principales que quieres transmitir, para que no se te olvide nada – recuerda que es una conversación, no un monólogo. Si el le vas a decir al otro las cosas que te han molestado de su comportamiento, es probable que se defienda y te corte en tu discurso. Así que este truco te ayudará a no liarte. Pero que el otro no vea tu esquema, porque se lo puede tomar a mal. Si lo necesitas, llévalo en el bolsillo y en un momento dado te vas al baño a consultarlo discretamente, así además os dará tiempo a calmaros y reconducir la conversación.]
- Monopolizar la conversación, no dejando intervenir al otro.
- Contarlo todo con pelos y señales, dando detalles que no aportan información relevante.
- No parar de hacerle preguntas (en parte está bien porque demuestras interés, pero si no le dejas terminar su explicación, le distraes y abrumas).
- Quejarte continuamente de todo.
- No escuchar al otro (con atención plena, respeto y empatía)
- Distraerte (o distraerle)
- Cortarle su discurso, no dejarle terminar.
Más errores en la comunicación
- Interrumpirle continuamente (aunque sea para hacer bromas)
- Adivinar lo que va a decir antes de que lo diga (completar sus frases todo el rato y encima hacerlo mal, sin acertar)
- Restarle importancia a sus sentimientos u opiniones.
- Repetir su nombre en cada frase (nombrarle alguna vez está muy bien, ¡pero no te pases!)
- Mostrar prepotencia o falta de humildad.
- Ser petulante al hablar, tratar de quedar por encima intelectualmente.
- Utilizar jerga o palabras que el otro no entiende (por ser demasiado técnicas o demasiado coloquiales)
- Hablarle como si fuera tonto (en vez de decirle “¿me entiendes?“, prueba a decir “¿me he explicado bien?“)
- Darle consejos u ofrecer ayuda que no te ha pedido, sin preguntar antes si quiere saber tu opinión o lo que harías tú.
- Decirle lo que tiene que hacer.
- Interpretar erróneamente sus palabras (y ofenderte o molestarte, sin preguntar antes si lo que has entendido es lo que él pretendía decir)
- Juzgar sus actos y/ o sentimientos (cuidado con las caras que pones, a veces somos demasiado transparentes y aunque no le digas que te parece mal eso que ha dicho, tu ceja te delata…)
- Acaparar la atención, llevarte la conversación a tu terreno todo el rato cuando el otro te está contando algo (“pues eso a mi no me pasa”, “pues a mi prima le sucedió algo parecido”)
Seguro que hay muchos más, ¿se te ocurre alguno? ¿Qué otras cosas te hacen a ti desconectar en las conversaciones?
Y para terminar, un poquito de humor:
⚠ Modo ironía activado ⚠
¡Oye, que estoy yo aquí dando consejos para que consigas relaciones pacíficas y sanas, cuando a lo mejor lo que buscas es todo lo contrario!
Pues nada, si lo que deseas es hacerte con un buen arsenal de enemigos, ahí va el anti-consehop del día:
- Discútelo todo – No prives a la gente de escuchar tu opinión, que es la más importante (y asegúrate de que sea siempre contraria a la de los demás). Porque tú lo vales.
- Estate bien tenso – Grita y gesticula mucho. Contagia a los demás tu enfado ¡no seas egoísta, no te lo quedes para ti solo!
- Asegúrate de montar el pollo en sitios públicos y bien concurridos – ¡Cuanta más gente mirando, mejor! Y si puede haber mucho ruido, luces y cositas de esas que ponen nervioso, mejor aún.
- Tira por tierra todos sus argumentos, aunque estés de acuerdo con él – Céntrate sólo en las cosas en las que discrepáis, y mete bien el dedo en la llaga, que se noten las diferencias que hay entre vosotros.
- No te calles hasta que te den la razón y sientas que has ganado la “batalla” – Ten siempre la última palabra. Porque sí. Porque tú lo dices. Y punto.
- Impón tus criterios y opiniones – Defiéndelos con uñas y dientes, aunque realmente no creas en lo que dices, o sepas que estás equivocado. ¡Da igual! Lo importante es el salseo.
- No le escuches, sólo dice chorradas – ¡Pero tampoco te pases, que no es un monólogo…! Atiende lo justito para darle la vuelta a sus argumentos y poder seguir discutiendo.
- Insulta, descalifica – Atácale personalmente, hazle sentir amenazado, que así se pone más nervioso. Tú tienes la verdad absoluta, así que explícasela como si fuera tonto.
- Ríete de sus sentimientos y opiniones, ridiculízale – Que vea lo absurdo e inferior a ti que es.
- Jamás cedas ni pidas perdón (no vaya a ser que descubran tus vulnerabilidades y te ataquen por ahí) – Ni se te ocurra recular ¡si quieres ser un gilipollas integral, has de ir a muerte!
¡Es broma! En verdad todos podemos ser un poco gilis a veces, y cometer alguno de estos errores sin querer en un momento de enfado (y más aún si no somos muy maduros emocionalmente)
Así que debemos tenerlo en cuenta para evitarlos en la medida de lo posible, y cuidar nuestra forma de comunicarnos.
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