Los niños dibujan normalmente con alegría y sin vergüenza. No suelen oponer mucha resistencia a pintar, porque los colores y el papel les proporcionan el medio ideal para dejar volar su imaginación.
Así que los dibujos son una excelente oportunidad para conocerles mejor y acercarnos a ellos, a su mundo interior.
Dibujos infantiles
Mediante sus dibujos, los niños plasman libremente (y sin saberlo) cómo se sienten EN ESTE MOMENTO, qué les gusta y qué desean.
También lo que les preocupa, lo que temen, lo que anhelan,… Gracias a sus pequeñas obras de arte, podemos detectar muchos problemas y conflictos subconscientes suyos de una forma respetuosa y nada invasiva.
Pero antes de nada, hemos de recordar que los niños no son “adultos en pequeñito”.
Son personas, por supuesto… Pero con muchas menos experiencias, aprendizajes y vivencias que un mayor. Por eso les cuesta expresar verbalmente cómo se sienten, a menudo no saben reconocer sus emociones ni las causas que las generaron.
Por eso mismo el dibujo resulta una herramienta perfecta para acercarnos a ellos y comprenderles mejor.
Un mundo libre
Para la mayoría de los niños, un papel en blanco es el pistoletazo de salida a todo un mundo de fantasía que habita en sus cabezas.
Por ello, el dibujo es un excelente medio de expresión. Permite que el niño muestre libremente cómo PERCIBE una situación, cómo le afecta. Y a la vez dar rienda suelta a su creatividad e imaginación, practicando y mejorando su concentración y su psicomotricidad fina.
Algo muy importante a la hora de interpretar los dibujos infantiles, es el tener en cuenta que los niños generalmente son muy subjetivos y muy reactivos. Les cuesta ver la realidad de manera objetiva. Por eso, su percepción de las circunstancias variará mucho según cómo se sientan en cada momento.
Igual hoy dibuja a su papá como un superhéroe y en dos meses le plasma como un monstruo peludo, porque vio cómo pegaba y regañaba al perro, lo que causó un gran impacto en el niño.
Su historia personal
Por esa misma razón, no se deben interpretar los dibujos fuera de contexto ni a la ligera, sin conocimiento especializado en la materia.
Siempre es aconsejable escuchar la historia detrás del dibujo.
Pídele a tu hijo/a que te cuente lo que ha dibujado, quién es cada uno de los personajes, qué están haciendo, para qué, cómo se siente cada uno, qué pasará a continuación…
Hazlo como si fuera una película y no un dibujo estático. Recuerda que para tu hijo hay toda una historia detrás, que ha tratado de inmortalizar. Pregúntale cómo continuaría y terminaría la historia, qué más pasaría a parte de lo que ha “fotografiado” en el papel.
Cuanta más información extraigas, mejor, ya que cada niño es un mundo, y la lectura que cada uno haga de su dibujo es tanto o más importante que lo que ha plasmado en el papel de forma inconsciente. Además, esta conversación os ayudará a estar más cerca el uno del otro, a que sienta tu interés y tu cariño hacia él.
Escucha, no juzgues
Observa atentamente sin juzgar. Se trata de escuchar activamente al niño, con todos tus sentidos, dejando que se exprese de forma libre, para conocerle, comprenderle mejor y detectar posibles áreas de mejora.
Así que, mientras nos relata su historia, no debemos juzgar lo que ha hecho o dejado de hacer. No debemos corregirle.
Por ejemplo, si ha dibujado un dragón en vuestro jardín, o ha pintado a la abuela de color azul, no debemos decirle que lo ha hecho mal, que su abuela no es un pitufo, ni que lo que realmente tiene por mascota es un gato común, ya que el niño está transmitiendo otra información más profunda y altamente valiosa.
Será mejor seguir haciéndole preguntas cariñosamente, que nos cuente por qué ha elegido ese color para representar a la “yaya”, qué es lo que más le gusta de los dragones, y por qué le gustaría tener uno.
Recuerda también que los niños son muy influenciables por las modas. Son como esponjas, y todo lo que ven a su alrededor les impacta mucho más que a los adultos. Así que es muy probable que incluya personajes inspirados en sus dibujos favoritos, los futbolistas a los que admira, etc.
La interpretación de los dibujos se utiliza como apoyo en terapias psicológicas y de desarrollo personal, ya que dan mucha información sobre las emociones, las preocupaciones y el desarrollo del paciente (tanto niño como adulto).
Hay que tener en cuenta que la interpretación varía en función de la edad (real y madurativa) de la persona.
Vamos a ver ahora unas pinceladas generales para aproximarnos un poco al enorme y fascinante mundo de la interpretación del dibujo infantil; pero si detectas algo extraño o te sientes preocupada por tu hijo, acude cuanto antes a un especialista.
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Rasgos importantes
¿Qué rasgos debemos observar en el dibujo?
- La presión de los trazos.
- Dimensión general del dibujo.
- La dirección.
- Dónde sitúa el dibujo en la hoja.
- La forma de los trazos.
- Si hace trazos continuos o fragmentados.
- La posición de los elementos del dibujo.
- Los colores que utiliza (y dónde).
- Si hay sombreados.
- Retoques, tachones, o si ha borrado algo.
- La dimensión de las diferentes figuras que componen el dibujo.
- Si hay omisiones o si remarca algo en especial.
Indicativos de posibles problemas en el dibujo
Al igual que en Grafología, siempre habrá que ver cada caso en particular, no debemos sacar conclusiones de rasgos aislados.
Ahondar en la psicología humana a través de lo que plasmamos en el papel no es tarea fácil, debemos tener muchos factores en cuenta, y hay que haber estudiado mucho MUCHO para saber “armar el puzzle”.
Por eso es mejor que te pongas en manos de un profesional, que analice a fondo el dibujo o el escrito y evalúe un informe detallado.
Aunque como sé que si estás leyendo esto es porque tienes curiosidad por estas técnicas y quieres saber más, te contaré algunas pistas que puedes ir observando.
Por lo general podemos afirmar que todos los gestos que se salgan de “lo normal” por exceso o por defecto (todo lo que nos llame la atención) nos aportan información suculenta que debemos atender.
En Grafología y TPG a todos los rasgos que están dentro de la normalidad le llamamos “categoría plana” y nos habla de equilibrio, normalidad, salud. Le prestamos atención, pero como en este caso queremos detectar los problemas, vamos a por esos indicativos poderosos:
Tamaño
Te puede dar pistas el hecho de que tu niño/a haga su dibujo excesivamente grande (que puede significar ego desmedido, necesidad de llamar la atención, falta de control de impulsos, mala psicomotricidad fina, problemas de visión). O que lo haga demasiado pequeño (introversión, miedo, falta de confianza personal, complejo de inferioridad, exceso de vulnerabilidad o sensibilidad, depresión, exceso de detallismo y pérdida de la visión global de la realidad…)
Presión
Algo parecido pasa con la presión de los trazos, la fuerza que ejerce al dibujar. Si es excesiva (tanto que si das la vuelta a la hoja, verás que el lápiz ha dejado surcos en el papel o incluso lo ha roto en algunas partes; los colores son muy intensos y el trazo es grueso, está hecho muy rápida y firmemente, como con rabia), estaremos ante un niño que posee una enorme energía vital que le cuesta controlar, posiblemente tenga rabietas, sea impositivo o tirano, un poco bruto o brusco, más primario.
Sin embargo, si sus trazos son tan ligeros que casi no dejan marca en el papel, siendo casi etéreos, estaremos ante un niño excesivamente sensible y frágil, con una energía emocional y vital (o puede que incluso una salud) deficiente. Pudiera ser que el niño esté febril o padeciendo alguna enfermedad que le tenga exhausto. También podría haber dificultades pulmonares.
Recuerda que el papel simboliza la realidad que nos rodea, el mundo. Y los trazos que proyectamos simbolizan cómo nos movemos por él, cómo nos sentimos, cómo estamos en este momento.
Dirección
Si el niño dibuja excesivamente hacia arriba, casi en diagonal (optimismo desmedido, pérdida de contacto con la realidad, demasiada ambición que puede convertirse en competitividad y querer lograr sus objetivos a toda costa, exceso de autoexigencia, actividad y energía frenéticas) o si dibuja excesivamente hacia abajo (tristeza, desmotivación, cansancio, desánimo, depresión, falta de confianza en si mismo y en los propios recursos, pesimismo, desconfianza y miedo hacia el futuro,…)
¡OJO! Aquí puede influir que el niño sea diestro o zurdo, la posición en la que esté pintando, cómo coloque la hoja, etc. ¡Así que cuidado con sacar conclusiones precipitadas!
Forma
Generalmente los trazos curvos reflejan actitudes más positivas (como la dulzura, amabilidad, flexibilidad, fluidez) que los trazos angulosos (que no son malos, pero si el dibujo es excesivamente anguloso puede simbolizar agresividad, inflexibilidad, firmeza, testarudez, imposición e incluso posibles bloqueos emocionales).
Pero ojo, que si el dibujo es demasiado curvo tampoco será bueno, porque puede reflejar un niño vago o perezoso, excesivamente sensible, influenciable, sin criterio propio, demasiado “blandito”, tendente a las obsesiones, o un liante-manipulador (dependerá del caso)
Trazos fragmentados
Por lo general el no unir los trazos de forma fluida, suele reflejar miedos e inseguridades internas, bloqueos, exceso de perfeccionismo, falta de confianza en uno mismo, dudas.
Colores
Lo normal es que los niños utilicen muchos colores al dibujar (si no los usa, puede simbolizar tristeza o apatía).
Lo interesante es ver si colorea inusualmente objetos o figuras (por ejemplo, pintar de azul el tronco de un árbol).
Recuerda que los niños dejan volar su imaginación y que si son muy pequeños, no es alarmante que coloreen de forma “extraña” elementos que realmente no son así. Esta interpretación cobrará más poder cuanto mayor sea el niño.
Eso sí, presta especial atención a ciertos colores como el rojo (angustia, estrés, ira, rabia, emoción intensa) y el negro (tristeza, miedo, angustia, ansiedad, vergüenza, culpa)
Cada color simboliza unas emociones, y emplear estos dos en zonas inusuales, tiene un gran significado (sobre todo si colorea muy fuerte o rápido, observa su energía)
Sombreados, retoques, tachaduras y borrones
Estos cuatro “sucesos” nos dan muchísima información.
Sombrear una zona (pintar de negro) y remarcar en exceso simboliza que el niño siente especial interés o le preocupa esa zona por algún motivo.
Por ejemplo, puede que sombree las manos del auto-retrato que ha pintado porque se siente culpable de haber pegado a un amiguito en el patio y sabe que está mal ser violento.
Puede que remarque la zona de los genitales si le está despertando la curiosidad por su fisionomía o por la sexualidad. También puede que la sombree si se siente culpable por algún motivo (masturbación, tocamientos o incluso abuso sexual)
Por su parte, los retoques nos hablan de inseguridades, cosas que no terminamos de aceptar en nosotros mismos y desearíamos que fueran diferentes, por eso las borramos y volvemos a pintar (si directamente las tacha, simboliza la tendencia a la negación “esto no me gusta de mi mismo, así que hago como si no existiera y ni me molesto en cambiarlo, así no me hace daño”)
Por ejemplo, puede que borre y dibuje de nuevo varias veces las piernas si es un niño inseguro que necesita mucho apoyo en “tierra firme”, porque sea indeciso y no sepa muy bien “hacia dónde va” en la vida; puede que esté pasando una situación estresante en casa (como una separación familiar) y se sienta inseguro e inestable,…
Dimensión, orden y omisiones
Las figuras y partes más grandes simbolizan las más importantes o que más le preocupan al niño, a las que más atención le presta. Igual que pasa con lo que dibuja primero. Y las figuras o elementos que omite, suelen ser una forma de desprecio, (o puede que sean despistes y olvidos).
Así por ejemplo, observamos que los niños suelen dibujarse a si mismos en primer lugar y casi del mismo tamaño que el resto de figuras de su familia, aunque realmente sea mucho más bajito que ellos (recuerda que los peques son egocéntricos por naturaleza, y en cierto modo necesitan serlo para construirse y descubrirse a si mismos). Después seguramente dibuje a su madre, a su padre, al hermano/a que más simpatía le produzca; y en último lugar a la persona con quien más conflictos tenga, que menos admire o que peor le caiga. Y si esa persona es un miembro fundamental de la familia y no le dibuja… ¡mal asunto! Seguramente o bien le está “castigando” excluyéndole de la estampa familiar, o es tan poco importante para él que directamente se le ha olvidado, o en el fondo le gustaría que no formara parte de su círculo cercano. También puede ser que estemos ante un niño impulsivo, con escasa capacidad de atención y muy olvidadizo.
Observa al niño
Si puedes, es muy interesante observar al niño/a mientras hace el dibujo (sin agobiarle ni que se sienta presionado).
Como hemos visto, da mucha información el orden en el que plasma cada figura (y cada parte de las que se componen éstas). Pero también la posición corporal, la expresión facial y la emoción que tiene el niño mientras dibuja (si está tranquilo, divertido, enfadado, si se agita al hacer parte del dibujo, si se frustra cuando algo no le sale, etc).
También observa atentamente al pequeño mientras te cuenta la historia que hay detrás de su dibujo.
¿Con qué emoción te lo relata? ¿Hay alguna parte que evite contar, que le ponga nervioso, triste o irritado? ¿Trata de cambiar de tema o evadir tus preguntas? ¿Cómo es su comunicación no verbal mientras habla?
Todos estos tips te pueden servir para detectar posibles problemas, y valen tanto para el dibujo infantil como el de adultos, ya que se trata de una Técnica Proyectiva (sin darnos cuenta, plasmamos nuestra personalidad y nuestros conflictos personales en el papel).
Espero que te haya gustado y servido este artículo. Te agradezco que lo compartas.
¡Que tengas un feliz día!
Ainoa
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