Apego emocional
Eduardo no era consciente de cuánto necesitaba a Claudia, hasta que ésta se marchó a trabajar fuera.
En principio iban a ser solo unos meses, pero desde el momento en el que ella se lo contó, Eduardo sentía que le faltaba el aire.
En ese instante empezaron a pasar por su cabeza miles de ideas a una velocidad vertiginosa, imaginándose los peores escenarios posibles.
No sólo afloraron sus celos, también sus temores e inseguridades personales.
¡Con lo bien que estaban ahora!
“¿Qué pasaría si la distancia enfría la relación? ¿Y si conoce allí a otra persona? ¿O si de repente se da cuenta de que está mejor sin mi? ¿Y si decide quedarse allí para siempre y me abandona?”
Todos estos miedos no dejaban de martillearle la cabeza, poniéndole triste, ahogándole y haciéndole sentir como si todo eso ya se hubiera producido…
Sabía que le costaba mucho estar solo, que siempre había ido empalmando una relación con otra. Y que las pocas veces que había estado soltero, se había sentido vacío y angustiado… pero pensaba que era algo más o menos normal, que simplemente pertenecía al “grupo de personas que están más a gusto en pareja que solteras“
Pero la ansiedad que le dio al volver del aeropuerto la noche que se separaron, fue la chispa que le hizo ver que tenía un problema mayor. Se dio cuenta de que ese malestar tan grande no era normal.
Y lo pudo corroborar cuando su compañero de trabajo le insinuó que estaba obsesionado, todo el rato pendiente del móvil.
Tenía razón, se pasaba las horas mirando el reloj, deseando que llegara ya la hora de conectarse a Skype para poder hablar con Claudia.
Dependencia emocional
En un momento dado, todos podemos haber sentido dependencia (de la pareja, de la familia, de un amigo,…)
Es decir, esa sensación de que no podremos estar bien ni ser felices si no les tenemos a nuestro lado, si las cosas con ellos no van bien, si no nos quieren, nos aprecian o nos apoyan tal como somos.
Estamos apegados, en el momento en el que nuestro bienestar emocional, nuestra tranquilidad y felicidad dependen de ellos.
Pero ojo, que nuestro equilibrio emocional también lo podemos poner en manos del trabajo, de una relación concreta, de un animal, de la conexión con los demás, de la validación ajena,…
Podemos estar apegados a bienes materiales como la ropa, el móvil, el coche, el estatus que creemos tener. A nuestro nivel económico, a la seguridad y la estabilidad…
También a lugares, a objetos (y a los recuerdos que nos generan), a la comida, el tabaco, el sexo, el ocio, las drogas,…
Incluso podemos apegarnos a nuestra ideas, creencias y a nuestro modo particular de hacer las cosas, generándonos malestar cuando lo vemos dañado o en peligro.
En resumidas cuentas, podemos sentir apego emocional por cualquier persona, animal, sentimiento, objeto o situación.
Porque lo importante no es lo que genera la dependencia sino cómo nos hace sentir, y esa absoluta sensación de necesidad que nos ata y limita causándonos sufrimiento.
¿Por qué tenemos apego emocional?
Anhelar y desear las cosas es natural, es lícito siempre que lo hagamos desde un sentimiento de abundancia. Sin miedo ni ansiedad, simplemente buscando estar un poco mejor de lo que estamos.
El problema viene cuando nos sentimos en escasez, en necesidad, en carencia. Cuando nos sentimos vacíos o intranquilos sin eso que nos hace sentir bien.
El apego se basa en nuestro propio temor e inseguridad.
Y esta inseguridad viene por la falta de auto conocimiento de nuestro “yo”, por estar desconectados de nuestro interior, por no saber quiénes somos ni cuánto valemos. Por no querernos bien.
La dependencia emocional viene provocada por la creencia de que lo que te hace feliz está fuera, está en ese factor ajeno a ti.
Por lo tanto, sientes que lo necesitas, que dependes de ello para estar bien.
Lo cual te pone en una situación de insuficiencia, de falta.
Y no sería raro que para atraerlo (o mantenerlo) en tu vida, te descubrieras a ti mismo diciendo cosas o comportándote de una manera determinada que no va en sintonía con lo que realmente sientes.
Lo que provoca una incoherencia emocional, una disonancia cognitiva, una falta de conexión entre lo que piensas, sientes, dices y haces.
Esto genera un enorme malestar, por ser una falta de respeto hacia ti mismo y hacia tu libertad. El mensaje subconsciente que te envías sin querer es que tú no vales tanto como eso externo que estás necesitando; que tú estás por debajo y que te tienes que “prostituir” con tal de tenerlo.
Pero la felicidad no está en eso que está fuera, ni en aquello a lo que puedes amarrarte.
La felicidad crece de adentro hacia afuera. El problema es que a menudo está escondida tras los pensamientos negativos y creencias limitantes.
¿Qué significa el desapego emocional realmente?
Cuando decimos coloquialmente que alguien es una persona desapegada, nos imaginamos a alguien frío y distante; pero en psicología tiene otra acepción.
El desapego emocional NO es egoísmo, no es renunciar a lo que nos hace felices, ni es romper con todo, cortando vínculos o relaciones importantes.
Practicar el desapego significa amar equilibradamente, desde una posición sana, con libertad, apreciando y valorando las cosas sin querer poseerlas.
Liberándonos de esos excesos y necesidades que nos cortan las alas, que nos encadenan.
El desapego es la clave para una vida plena y feliz.
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Gran parte del problema del apego viene de la inseguridad, de no aceptar los cambios, no tolerar que todo está en continua transformación, y que no depende de nosotros.
Tenemos una enorme necesidad de control, de poder; nos cuesta tolerar que las cosas no salgan como nosotros queremos.
Esto hasta cierto punto es natural, el ser humano necesita seguridad.
Por eso es importante hacer este trabajo consciente y proactivo que es el desapego, para soltar estas cadenas y poder ser genuinamente felices.
¿Cómo saber si tienes dependencia emocional?
Si estás leyendo este artículo, es muy probable que sientas que tu felicidad y tranquilidad dependen de algo o alguien externo a ti, así que ¡atento a esa primera señal de tu intuición!
Además, como dice el afamado psicólogo italo argentino Walter Riso -que es una eminencia en materia de desapego emocional- debemos atender a estas otras alertas:
1) DESEO INSACIABLE:
Cuando estás apegado a alguien o algo, no sólo lo necesitas, sino que además nunca es suficiente. Siempre vas a querer más.
2) FALTA DE CONTROL:
Esa necesidad tan grande provoca que no te puedas refrenar a ti mismo, que no tengas control sobre tu propia conducta y que te veas en situaciones que no elegirías libremente.
Te descubres haciendo y diciendo cosas que te incomodan o incluso detestas, con tal de que esa persona te quiera. De pronto te das cuenta de que ese factor externo es el que te está controlando a ti.
3) SÍNDROME DE ABSTINENCIA:
Cuando no puedes estar con esa persona o no puedes tener acceso a eso que te tranquiliza, sientes un enorme malestar, una angustia, una dependencia. Todos tus pensamientos van dirigidos a ello y te cuesta un gran esfuerzo concentrarte en otras cosas.
4) PERSISTENCIA COMPULSIVA:
Aunque sabes que es malo para ti, sigues necesitando y buscándolo sin poder evitarlo, de forma obsesiva, insistente.
Como ves, es muy parecido a lo que sienten las personas drogodependientes.
Y es que en el fondo, cuando necesitamos algo o alguien externo nosotros, estamos cediendo nuestro poder interior, haciéndonos pequeñitos frente a eso que nos controla.
Por lo tanto, esa dependencia maneja nuestra vida y nuestro bienestar emocional, haciéndonos yonkis del cariño y validación ajenas (o de lo que sea que nos enganche en cada caso).
¿Cómo lograr el desapego emocional?
Para ser libres, no hay que aniquilar todos los deseos (como propone el Budismo puro, que sería una postura muy radical y difícil de conseguir en este mundo materialista en el que vivimos).
Se trata de relacionarnos bien con todo, pero sin causar dolor ni sufrimiento. Hemos de desinteresarnos por el resultado, sin tratar de controlarlo.
El desapego consiste en vivir presentes en el aquí y ahora, aceptando la realidad tal como es, sin pretender controlar, poseer ni atarlo todo; aceptando la impermanencia de las cosas, el movimiento y la transformación natural de la vida.
El desapego vibra en el cambio, se trata de aceptar que las cosas están en continuo movimiento, que todo son ciclos, empiezan y acaban. Que todo viene y va.
En eso se basa la naturaleza. Ir en contra de ello nos traerá mucho sufrimiento.
Como dice el psicólogo catalán Enric Corberá, aceptar no es lo mismo que resignarse.
La resignación tiene una connotación negativa. Es apatía, es pasividad.
Sin embargo, la aceptación es activa. Es libertad, estar ok, saber soltar el control y aprender a vivir en la incertidumbre, sin verlo como algo necesariamente negativo.
Y para ello has de trabajar tus creencias irracionales, para dejar de interpretar el cambio desde el miedo, como si sólo trajera problemas.
Y aprender a ver las oportunidades que se esconden detrás de todos los cambios. Atreverte a salir de tu “zona de confort” con confianza, sabiendo que pase lo que pase, lograrás adaptarte y estar bien.
“Un pájaro posado en una rama no tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama, sino en sus propias alas”
Por eso es tan importante aprender a amarte a ti mismo y conocerte a fondo.
Porque ello te permitirá confiar en tus habilidades y fluir sin querer controlarlo todo; haciendo las cosas sin esperar nada a cambio, simplemente agradeciendo lo que suceda en tu vida, porque sabes que es lo que necesitas para evolucionar y crecer.
Cuando dejas de necesitar locamente a los demás, empiezas a vivir en coherencia contigo mismo, porque ya no tienes que rogar ni convencer a nadie de que se quede contigo.
“Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás” – Erich Fromm
Cuando aceptas que todo viene y va, no tratas de retener nada en tu vida.
Agradeces el tiempo que esté a tu lado y te despides tranquilamente cuando llegue el momento. Vives cada experiencia desde el aprendizaje, la maestría; aceptando la impermanencia de las cosas, sabiendo que es necesario tener los brazos abiertos y las manos libres para poder abrazar lo nuevo que entre en tu vida.
DESAPEGO EMOCIONAL = independencia, no posesividad y no adicción.
Leyes del desapego emocional
1) ERES RESPONSABLE DE TI MISMO:
Nadie va a venir a solucionar tus problemas, a lidiar con tus emociones, ni a quitar cada obstáculo que se presente en tu vida. Igual que nadie puede respirar por ti.
Como mucho, tus seres queridos podrán darte apoyo, consejos o compañía para que los problemas sean más fáciles de digerir. Pero cada cual debemos llevar las riendas de nuestra vida y tomar nuestras propias decisiones.
Cuando integras esta idea dándote cuenta de la gran libertad y poder que conlleva, dejas de poner en manos ajenas tu bienestar emocional.
2) VIVE EL PRESENTE:
Acepta y asume la realidad tal y como está sucediendo. Esfuérzate por mantener tus pensamientos en el aquí y ahora.
El pasado ya no existe. El futuro no existe aún.
De ellos sólo quedan los recuerdos de lo que pasó; y las preocupaciones y deseos de lo que pueda suceder.
Y lo que tenga que ser, será.
Eso no lo vas a poder controlar.
Lo que sí puedes hacer es seguir esforzándote y responsabilizándote de hacer lo que esté en tu mano. Hacer siempre lo mejor que puedas. Trabajar en la dirección adecuada para que las cosas sucedan.
“Desvincúlate del resultado y vincúlate con la acción del resultado” – Sergio Fernández
Ejemplo: no sé si aprobaré el examen de la oposición, ni sé si -aún aprobándolo- lograré tener plaza en la ciudad que quiero. Lo que sí sé es que me voy a esforzar cada día al máximo, dando todo lo que soy capaz, sintiéndome orgulloso de mi mismo y quedándome tranquilo de que al menos, he hecho mi parte.
3) PROMUEVE TU LIBERTAD Y PERMITE SER LIBRES TAMBIÉN A LOS DEMÁS:
Libérate de la rigidez y dale paso a la flexibilidad.
Sepárate de la idea de que necesitas que todo el mundo sea y actúe como tú quieres.
Deja de juzgar y de categorizarlo todo como “bueno” o “malo”. Estas etiquetas limitan y condenan.
Para obtener libertad, es importante promover el equilibrio en tus relaciones. Todo derecho lleva aparejada una obligación. Si quieres recibir, debes dar.
Si quieres libertad, da libertad.
Si quieres cariño, da cariño.
Así, en vez de preguntarte qué es lo que obtienes de esta relación o de esta situación, debes cuestionarte qué es lo que estás dando, qué estás aportando tú.
De ese modo no sólo equilibras la balanza, sino que además recuperas tu poder interior, sintiéndote valioso, proactivo y dejando de necesitar eso que estás obteniendo.
4) ASUME QUE LAS PÉRDIDAS TERMINARÁN SUCEDIENDO:
Las cosas van a cambiar siempre. Todo está en continua transformación.
Así funciona este universo del que formamos parte.
Los amigos irán y vendrán, los niños crecerán, las relaciones cambiarán,… y al final todos desapareceremos de este mundo.
Así que más vale recordarlo y dejar de desgastarnos luchando contra lo inevitable.
Ejemplo: la vejez llegará, y tu cuerpo se irá transformando. No puedes evitarlo, pero puedes cuidarte, comer sano, hacer ejercicio y darte cremitas para procurar que tu cuerpo esté lo mejor posible durante este proceso.
Una vez más, asumir lo inevitable no significa resignarse y quedarse frustrado tirado en el sofá. Significa adaptarse sabiamente, haciendo lo mejor que se pueda en cada momento.
No estoy diciendo que las pérdidas (o transformaciones) no duelan. Porque dolerán. Pero podrás soltar lo que amas, sin dejar de amarlo.
“El que no está dispuesto a perderlo todo, no está preparado para ganar nada” – Facundo Cabral
¿Quieres desapegarte?
Cuando naciste eras libre.
El apego ha sido un aprendizaje que has hecho a lo largo de tu vida. Bien porque lo viste en tus padres, tutores o modelos de referencia; bien porque resultó una buena estrategia para aportarte cierta tranquilidad y estabilidad -insana- durante un tiempo.
Pero ahora ya no te sirve, porque has comprobado en tus propias carnes que estos apegos te hacen sufrir y te atan.
La buena noticia es que lo mismo que lo aprendiste, lo puedes desaprender ahora como adulto.
Haciendo consciente lo inconsciente, poniendo atención en tus patrones de comportamiento, trabajando tus miedos y creencias más profundas y re-programando tu mente.
Así, adquiriendo una nueva forma de pensar y de evaluar la realidad, que te aporte libertad y poder, conseguirás liberarte de tus apegos y controlar tus inseguridades.
No es un camino fácil, pero se puede conseguir.
Y con ayuda siempre es más fácil.
Así que si quieres transitar ese camino conmigo, estaré encantada de ayudarte.
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