Si miras hoy tus redes sociales, la televisión o los carteles de la calle, es probable que te salgan los corazones y las flores hasta por las orejas.
¡Y es que San Valentín es un día muy rentable para el comercio!
A la industria (de la música, del cine, de los bienes consumibles en general) les viene muy bien la exaltación del romanticismo.
Que te rasques el bolsillo para demostrarle a tu pareja cuánto la quieres.
Pero no nos dejemos engañar.
El amor deberíamos demostrarlo cada día, en cada gesto. No tanto a golpe de tarjeta de crédito. Y no sólo con nuestra pareja, sino con todos los seres que nos rodean.
Tratándonos con respeto, empatía y paciencia cada día.
Para mí, el cariño es un valor fundamental.
Yo lo entiendo no tanto como una demostración física de afecto (abrazos, caricias) sino sobre todo como una actitud de amor y cuidado hacia todo lo que hago y todo lo que me rodea.
Trato de poner cariño en todo, desde fregar los platos, acariciar a mi gato, saludar al portero de mi casa, escribir un email, escuchar a mis seres queridos contarme sus cosas,…
Creo que si todos nos esforzáramos un poco en ser más agradables y empáticos, el mundo sería un lugar mucho mejor.
¿Sabes por qué?
Porque a nivel energético sólo existen dos emociones: el AMOR y el MIEDO.
💕 El amor es una energía de expansión, de conexión, de creación. Es respetar, disfrutar, compartir, avanzar. El amor nos limpia e ilumina.
👺 Mientras que el miedo es una energía que constriñe, que nos mete para adentro, nos pone a la defensiva, nos hace desconfiar y enturbiarnos. En la energía del miedo es donde vibran todo el resto de emociones “desagradables”, que nos separan los unos de los otros y nos vuelven egoístas.
Así que lo que celebramos hoy 14 de Febrero es precisamente el amor en todas sus formas y manifestaciones
¡El “no-miedo”!
La pena es que creemos que con decir unas palabras bonitas o comprar unos bombones, ya está todo hecho…
Pero el amor se demuestra a cada minuto, con gestos de verdad.
Cuidándonos y tratándonos bien los unos a los otros.
Y para sentirnos queridos, valorados, tenidos en cuenta, existentes y valiosos, es importante mirar el mundo con los ojos adecuados. Darnos cuenta de que recibimos -y damos- cariño mucho más a menudo de lo que creemos.
Por ejemplo:
- El vecino que te espera para subir juntos en ascensor, en lugar de hacerse el loco.
- La sonrisa que te dedica ese alguien con quien casi te chocas por la calle.
- El conductor que te cede el paso.
- El whatsapp de tu amiga preguntándote qué tal estás, o mandándote un chiste que sabe que te hará gracia.
- Ese comensal que rellena tu vaso cuando ve que te has quedado sin agua.
- Cuando te sujeta la puerta el que ha salido delante de ti.
- Cuando alguien pone cuidado al hacerte una crítica, eligiendo sus palabras para no herirte -en lugar de soltarte lo primero que se le pase por la cabeza-.
Verás que son ejemplos pequeños, gestos cotidianos, que a veces tenemos tan interiorizados -quizás por pura educación- que ni valoramos. Pero son muy valiosos.
¡Imagina tu vida sin ellos!
La convivencia sería un caos si cada cual fuera a lo suyo.
Así que hoy te animo a que pongas el foco en esos gestos de amor que recibes y que das.
Y por supuesto, que empieces por cuidar el amor más importante que tienes en tu vida:
TU MISMO.
Porque si no te quieres, te cuidas ni te valoras… vivirás permanentemente mendigando el amor ajeno, y tendrás una herida que nadie será capaz de sanar. Así que te animo a que cada día tengas al menos un par de gestos de amor contigo mismo.
Puedes empezar por suavizar la voz de tu crítico interno, exigirte menos, valorar tus avances; hacer caso de lo que te pide hoy el cuerpo y quedarte descansando; darte una ducha calentita y/o comer algo rico estando consciente y presente en lo que haces…
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