Un pequeño cuento
Había una vez un feriante que compró un elefantito bebé para su circo.
“Mejor que sea así de pequeñito, así será más fácil de amaestrar” – pensó.
Se lo llevó en su camioneta y al llegar al circo clavó una estaca en el suelo, donde enganchó una cuerda, y ató el otro extremo a una de sus patas traseras.
El pequeñin, todavía asustado, se puso en pie y trató de salir corriendo. La cuerda se tensó y acabó cayendo de trompa al suelo.
Se levantó aturullado, sin entender lo que había pasado, y volvió a correr hacia adelante con todas sus fuerzas.
De nuevo se vio revolcado en la tierra.
Lo estuvo intentando durante un par de horas, hasta que cayó exhausto y se dio por vencido.
Años después, un niño curioso que estaba visitando el circo se escapó para colarse donde guardaban a los animales.
Tuvo que echar la cabeza hacia atrás para poder ver bien a ese mastodonte que tenía enfrente.
Se quedó maravillado con el manso elefante.
En eso que le pilló el feriante, y mientras le acompañaba de vuelta con su madre, el niño le preguntó:
“¿¡Cómo puede ser que ese animal tan grande y poderoso -que pesará toneladas-, no se escape, estando atado sólo con una cuerdecilla de nada!?”
“Porque cuando era pequeñito, intentó escapar y aprendió que no era capaz… No sabe que ha crecido y que ahora sí podría” – le dijo el dueño.
Tus límites
¿Te suena esta historia?
A mi me recuerda a muchos de esos bloqueos que vamos teniendo por indefensión aprendida.
Como cuando intentas dejar por vigésimo quinta vez una relación tóxica.
O cuando te presentas sin ninguna esperanza a un examen que ya has suspendido varias veces (ejemmm maldito carnét de conducir).
O peor aún: ni siquiera llegas a intentar plenamente eso que tanto te gustaría, porque en tu mente CREES que no serás capaz o que saldrá mal seguro…
El primer paso para salir de tu bloqueo, es detectar qué te está reteniendo.
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Un abrazo y ¡ánimo!
Ainoa