Conocer para confiar
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Imagina que vas paseando por la calle tan tranquilo, y de pronto te para un extraño para declararse y pedirte matrimonio…
Seguramente te quedarías alucinando, te daría mala espina y saldrías corriendo, ¿verdad?
Claro.
Porque sólo puedes confiar en las personas a las que conoces.
Que sabes que no te van a hacer daño, que te van a cuidar, a proteger, a respetar y aceptar.
Es decir:
Sólo puedes querer a quien conoces previamente.
Y exactamente lo mismo pasa contigo mismo.
Si no sabes quién eres, lo que necesitas, lo que te gusta,…
Si no te soportas, no te gustas, no te caes bien y estás deseando tener cualquier excusa para huir de ti mismo…
Si no dejas de sabotearte y hacerte daño…. ¿¡Cómo vas a confiar en ti!?
Autoconocimiento y autoestima
¿Cómo te vas a valorar si no te conoces, si no sabes cuáles son tus virtudes, tus capacidades, tus talentos, lo que te gusta, lo que no?
¿Cómo vas a superar si no sabes cuáles son tus defectos, tus tendencias, tus puntos débiles?
¿Cómo vas a estar en paz contigo mismo si no tienes más que ruido dentro?
¿Cómo te vas a querer si estás desconectado de ti?
¿Cómo te vas a respetar si no sabes lo que vales?
¿Cómo te vas a admirar si no eres consciente de lo que luchas, de lo que superas?
¿Cómo te vas a cuidar y proteger si no te sientes merecedor y valioso?
¿Cómo vas a confiar en ti si no dejas de faltarte al respeto?
Peligros del autoconocimiento
Conocerte bien es una de las claves de la paz interna y la autoestima.
Pero también tiene algunos peligros…
Y es que puede ser un arma de doble filo.
Cuando profundizas y vas descubriendo tu interior, es fácil que pases por una etapa oscura; porque detectas tus carencias, tus defectos, los fallos que cometes… cosas dolorosas que no se corresponden con esa imagen ideal que te gustaría ser.
Esta información (que antes negabas o evitabas ver) de pronto está delante tuya como una bofetada de realidad.
Salen a relucir tus fantasmas, tus miedos, inseguridades…
¡Es normal que estés algo incómodo e inestable!
Te sientes vulnerable, como si todo el mundo viera lo mismo que tú y sólo percibieran esa imagen oscura tuya con la que estás conectado ahora.
Pareciera que mágicamente al despertar tú, hubieras abierto los ojos a todo el mundo alrededor.
¡Como si no tuvieras cosas buenas!
¡Como si te fueran a abandonar y condenar a muerte por ser humano y tener defectos!
“Todos tenemos demonios en los rincones del alma. Pero si los sacamos a la luz, los demonios se achican, se debilitan, se callan y al fin nos dejan en paz” – Isabel Allende
Y si además de conocerte, buscas mejorar y no cometer los mismos errores de siempre, es fácil que durante un tiempo pierdas algo de naturalidad y espontaneidad.
Claro.
Porque dejas de actuar por inercia.
Ahora empiezas a pensar las cosas antes de decirlas. Te evalúas, mides las reacciones de los demás y las tuyas propias. Buscas la mejor manera de hacer las cosas. Analizas tus sentimientos y pensamientos. Tratas de controlarte y de utilizar mejores palabras al hablar en alto…
Todo esto es un proceso que necesita tiempo, atención, esfuerzo, dedicación y energía.
A veces incluso te deja exhausto; sobre todo si lo haces como un juez implacable, luchando contra ti mismo y hablándote mal por dentro.
Con todo esto, no es raro que durante una temporada te sientas algo bloqueado, poco auténtico o natural.
Puede que incluso tus seres queridos te digan que te notan raro y que están preocupados por ti.
Tu actitud ante el autoconocimiento
Pero no te agobies, que estas sensaciones terminarán pasando tras ese período de introspección inicial.
Según vayas puliendo tus aristas, irás automatizando los nuevos comportamientos que deseas lograr.
Por ejemplo, has descubierto que te cuesta decir lo que te molesta y que -hasta ahora- siempre optabas por callarte y dejar correr el asunto.
Antes pensabas que era porque no querías molestar a los demás ni ser puñetero…
Pero al profundizar más, te has dado cuenta de que tienes un miedo atroz a los conflictos, porque hay una serie de creencias irracionales muy arraigadas en ti, que te hacen creer que las buenas personas se llevan bien con todo el mundo, son serviciales y nunca dicen que no.
Además has descubierto que tiendes a evitar los enfrentamientos porque te ponen muy nervioso, no sabes gestionarlos, temes tu propia agresividad.
Como estás desentrenado, las veces que dijiste lo que te molestaba, fue cuando ya tenías tanto acumulado que no podías aguantar más… y lo soltaste de mala manera, muy busco y enfadado.
Luego te sentiste fatal por ello, te machacaste y criticaste duramente.
Cosa que te iba bloqueando y provocando que quisieras huir más aún de las confrontaciones.
Mirándote para adentro también has detectado que, inconscientemente, crees que si empiezas a marcar límites con los demás, dejarán de quererte y acabarás quedándote solo.
Ok.
Uff, qué difícil digerir toda esta información…
Pero la observas sin juzgar y la aceptas, porque sabes que todo esto que te pasaba antes, era una forma de auto-proteccion (y que más o menos te había servido)
Ahora sabes que puedes hacer mejor las cosas, que te mereces mejores relaciones, y que no quieres sufrir más.
Así que buscas ayuda, empiezas a trabajar tu capacidad de ser más asertivo, y vas aprendiendo nuevas habilidades comunicativas.
Al principio te tienes que forzar a expresar tus emociones y opiniones. Incluso te haces esquemas de lo que quieres decir, practicas frente al espejo… ¡cero naturalidad!
Pero tras haber practicado un montón de veces, cada vez te vas sintiendo más seguro de ti mismo y te va costando menos. Porque te demuestras con hechos tangibles que sí puedes defenderte y que te mereces el mismo respeto y consideración con los que tratas a los demás. Vas viendo que los roces a veces son buenos e inevitables, y que os ayudan a conoceros mejor mutuamente.
Así que poco a poco, con esfuerzo y paciencia, vas moldeando tu cerebro, perfeccionando tu forma de relacionarte y de desenvolverte por la vida.
Como ves, todo depende de cómo trates esa información que descubres sobre ti mismo, y de cómo te hables por dentro durante este proceso.
Porque no es difícil que -aunque sea sin querer- acabes utilizando esos datos en tu contra para machacarte, fustigarte, sentirte “impuro” o defectuoso.
A veces nos metemos en un bucle un tanto auto-destructivo, que cada vez nos va drenando más la energía, nos quita objetividad y hace que seamos incapaces de ver nuestras virtudes y logros.
¡Se puede llegar a convertir en un círculo vicioso muy peligroso!
“Las peores tormentas son las que se hace uno solito en la cabeza”
Por eso es tan importante ponerte en manos de un buen profesional que te ayude a descubrir tu interior con una actitud exploradora, de curiosidad. Con amor, respeto e incluso compasión. Dejando de lado ese juez implacable que tanto daño hace.
El objetivo del autoconocimiento
El mayor objetivo del conocimiento propio debe ser el estar en conexión con nosotros mismos, con nuestra esencia pura, aceptándonos tal como somos -con nuestras luces y nuestras sombras- siendo justos, comprendiendo que somos humanos.
Aceptación no significa resignación.
Significa soltar esa necesidad loca de querer que todo sea perfecto.
Avanzar sin quedarte en el bucle egocéntrico de la adicción al drama.
Tratar de ser nuestra mejor versión, de una forma realista. Sin querer ser alguien que no somos. Sin negar nuestra parte oscura, ni vanagloriar la parte luminosa. Ambas coexisten y son necesarias la una para la otra.
“Donde hay luz, también existe la sombra” – Heinrich Lübke
La finalidad del autoconocimiento es llegar a ser tu mejor amigo, tu persona favorita. Quererte y protegerte como lo harías con el ser más importante de tu vida.
Confiar en ti.
CONFIAR, en el aspecto de estar seguro de ti mismo, de tus habilidades, de tus recursos, saber que te adaptarás y harás bien las cosas. Creer en ti, tener fe en ti.
Y CONFIAR en el sentido de sentirte a salvo, como en un rafugio. Sentirte seguro contigo mismo, sabiendo que eres coherente, que lo que haces va en sintonía con lo que piensas y sientes. Sentirte a salvo porque no te haces daño, no te maltratas.
Tu proceso de crecimiento personal debería ser:
CONOCERTE, ACEPTARTE, PERDONARTE y SUPERARTE, haciendo todos y cada uno de estos pasos desde el AMOR y el respeto más profundos.
Desarrollo personal continuo
¡Pero ojo!
No debemos enfocar el autoconocimiento como una meta a alcanzar, algo que se vaya a acabar algún día.
Porque estamos en constante evolución.
Nos vamos transformando con la vida y las cosas que nos suceden, de modo que siempre habrá cosas nuevas que descubrir de ti mismo.
Así que te animo a que lo veas como algo continuo, una labor diaria de observación.
Eres un explorador, tómatelo como un juego divertido.
Recuerda que para conocerte has de ser proactivo, estar atento en el día a día para aprovechar las oportunidades cotidianas que tienes de conectar con tu mundo interno.
No necesitas grandes acontecimientos.
¡Tú estás ahí las 24 horas del día!
Eres generoso
Al principio puede parecerte que lo haces por tener más autoestima y confianza en ti mismo…
Pero en verdad, cuando haces este trabajo interno de autoconocimiento y desarrollo personal (tan difícil como satisfactorio) estás siendo generoso con los demás.
Sí.
Porque cuanto más conectado, alineado y a gusto contigo mismo estés, mayor control tendrás sobre tus reacciones y tu actitud ante la vida.
Eso fomentará que estés en calma y te relaciones mejor con los demás, de modo que todos os veréis beneficiados.
¿Y quién sabe? A lo mejor al verte así de maduro, de satisfecho y tranquilo, inspires a otras personas a trabajarse para estar tan bien como tú.
“Cada hombre debe decidir si va a caminar en la luz del altruismo creativo o en la sombra del egoísmo destructivo” -Martin Luther King Jr.-
Tú tienes el enorme poder de descubrirte y crearte. Y cuando decides hacerlo para lograr tu mejor versión, iluminas a los demás con tu brillo, lo quieras o no.
Eres muy valiente
Si tú también estás en este proceso (o estás pensando en empezar) déjame darte la enhorabuena, por ser tan valiente y humilde.
“No conozco mayor valor que el necesario para mirar dentro de uno mismo” – Osho
Muchas personas prefieren mirar para otro lado, excusarse con el “yo es que soy así y no puedo cambiar”.
Es la solución fácil, lo indoloro. Que cambien los demás.
Pero tú has decidido enfrentarte a tu ego, agarrar el timón y responsabilizarte del rumbo que quieres que lleve tu vida. Ser la mejor persona que puedas llegar a ser.
Y no es nada fácil.
Lo sé por experiencia.
Yo sufrí innecesariamente. Por eso decidí contar con ayuda profesional cuando necesité un guía en mi viaje interior.
Y me cambió la vida radicalmente.
Así que si consideras que no estás enfocando tu proceso de introspección de la manera adecuada, si tienes tendencia a hacerte daño o si te está costando digerir lo que descubres sobre ti, te animo a que pidas ayuda cuanto antes.
Créeme, invertir en ti es lo mejor que puedes hacer con tu tiempo, tu energía y tu dinero.
Te ahorrarás muchísimo sufrimiento.
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