Estaba con unas amigas charlando animadamente en un banco de la calle, cuando de pronto se sentó a mi lado una mujer sintecho.
Venía hablando sola, y siguió con su discurso:
“La gente se cree que hay que tener valor para suicidarse, que tienes que tener sangre fría para dar el paso y tirarte por la ventana o cortarte las venas…
¡No tienen ni idea!
Es mucho más fácil suicidarse que vivir…
Sí, te entra pánico justo antes de hacerlo. Pero una vez hecho, ya está, “chimpún”, se acabó todo el sufrimiento.
Pero vivir es lo difícil.
Día tras día, hora tras hora. Hacer frente a los problemas, a las decepciones,… Eso sí que da miedo.
¡Vivir es de valientes! “
Tal cual terminó su disertación, se levantó y se fue, dejando ojipláticas a esas tres pre-adolescentes que le habíamos estado escuchando.
En ese momento no llegué a comprender realmente la profundidad de sus palabras, aunque me tocó bastante por dentro (tanto que 23 años después me sigo acordando de ellas).
Bueno, seguramente su discurso no fue así tal cual -que mi memoria no da para tanto- pero esa era la esencia.
Y me ha recordado mucho a una clienta con la que llevo un tiempo trabajando, que me ha regalado el testimonio más personal y desgarrador que me han escrito nunca. De hecho, le pedí que se lo pensara dos veces antes de publicarlo, porque me sabía mal que se expusiera tanto. Pero me dijo que estaba 100% segura, que a ella le hubiera encantado leer la opinión de otras personas que le dieran esperanza cuando estaba tan hundida que no veía otra salida.
Es una lástima que tengamos tantos tabúes en nuestra sociedad respecto al equilibrio emocional y el suicidio. Sobre todo en estos momentos, con tantas personas sufriendo hasta el punto de sentir la tentación real de apretar el botón de “off” para siempre.
Mayo ha sido el mes de la salud mental, y además de seguir divulgando estrategias y técnicas para vivir mejor (como este capítulo de mi podcast en el que comparto 6 consejos para evitar que las críticas te afecten tanto) he estado impartiendo un ciclo formativo online para una empresa de Barcelona sobre el Bienestar emocional.
Ojalá se vaya naturalizando cada vez más este tema, tanto en las empresas como en la calle. Porque realmente tenemos un gran poder de acción sobre nuestro balance interior. Y si nos cuesta, podemos contar con ayuda profesional.
Y en ese caso, deberíamos sentir el mismo nivel de vergüenza que cuando vamos al taller porque se nos ha estropeado el coche. O cuando vamos al médico para que nos escayole la pierna.
Eso es, ninguna.
Cero vergüenza o culpabilidad.
Un abrazo, que tengas buen finde,
Ainoa