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Tus objetivos
¿Te has marcado nuevos retos que te gustaría cumplir?
¡Eso es genial, enhorabuena!
Superarte a ti mismo y aprender continuamente es de las mejores actitudes que se pueden tener para vivir feliz y motivado.
Pero antes de nada, asegúrate de haberte puesto objetivos que sean alcanzables y de tener hábitos saludables que te faciliten conseguir tus metas.
Porque a menudo terminamos tirando la toalla por falta de motivación, por no haber enfocado bien lo que queríamos conseguir. O porque creemos que va a ser más fácil (o más rápido, barato o indoloro). Y también si vemos que los resultados o la satisfacción que éstos nos traen no se corresponde con lo que creíamos que iba a ser.
Propósitos de año nuevo
¿Sabías que según un estudio (muy poco alentador) sólo el 8% de las personas que se ponen retos de año nuevo, terminan lográndolos? ¡¡El 8%!!
👍 Y lo consiguen porque trabajan todo el año enfocados en ello.
👍 Sin rendirse, teniendo claro por qué lo quieren lograr.
👍 Porque perseveran y tienen un buen plan de acción.
👍 Porque gestionan bien sus emociones y no abandonan cuando tropiezan.
👍 Y en muchos casos, porque cuentan con ayuda profesional.
¡Fuera excusas!
Si tienes un propósito en mente, escudarte en “lo difícil que es todo” y sentirte una víctima de las circunstancias, es lo peor que puedes hacer.
“A veces tienes que olvidar lo que deseas
y recordar lo que mereces“
¿Te ha pasado alguna vez que por un capricho momentáneo, te has alejado de tu objetivo principal?
Querías cuidar tu salud, adelgazar esos 5 kilitos que te sobran y ponerte en forma. Pero llegaste cansado a casa y no te apetecía nada vestirte e ir al gimnasio. Y mucho menos ponerte a preparar esa lubina al horno para cenar…. Así que decidiste quedarte tirado en el sofá y pedir una pizza. Eso sí, te tranquilizaste pensando que “un día es un día, no va a pasar nada porque me salte la dieta, que llevo toda la semana comiendo brócoli”.
Lo que no te diste cuenta es de que sólo llevabas cinco días con tu propósito y aún no te había dado tiempo a integrar los hábitos necesarios que te ayudarían a volver rápidamente a conectar con tu objetivo. Así que poco a poco fuiste teniendo más días de “bueno, por un día no pasa nada”, fuiste siendo más permisivo contigo, yendo cada vez menos al gimnasio… hasta que terminaste abandonando tu meta de estar más sano y volviste a comer igual de mal que siempre.
Y lo peor es que te quedaste con sensación de “no soy capaz de ponerme en forma”.
¡Tu autoestima y autoeficacia, al garete!
Tenlo claro
Para evitar que tus propias excusas te alejen de tus objetivos, es importante que recuerdes dónde quieres estar, hacia dónde te quieres dirigir.
Y que evalúes pausadamente si eso que estás pensando o haciendo te ayuda a alcanzar tu meta.
Quiérete y respétate. Ayúdate a avanzar, deja de ponerte la zancadilla.
“Si es importante para ti, encontrarás la manera.
Si no, hallarás una excusa”
Diversos estudios avalan que las recompensas a largo plazo (gratificación demorada) conducen al éxito, mientras que las recompensas inmediatas lo retrasan.
Así que, si pones el foco en lo enérgico y feliz que te vas a encontrar cuando adelgaces esos 5 kilos y consigas buen tono muscular (en lugar de quedarte con lo rica que estaría esa chocolatina en tu boca), es probable que consigas lo que te propones.
Y no sólo respecto a tu cuerpo, sino en todos los aspectos de tu vida.
Porque dichos estudios avalan que las personas auto-controladas y pacientes tienen más éxito en sus vidas personales y profesionales; que aquellos que son más impulsivos y quieren ver resultados inmediatos.
Cuidado con el miedo al éxito
Pero ojo, que a veces asusta más el miedo a triunfar y mantenerse brillando, que el propio miedo a fracasar…
Por eso es probable que cuanto más cerca estés de lograr tus sueños, más miedo te den, y más te auto-sabotees sin querer.
Siguiendo con nuestro ejemplo: ¿Qué podría pasar cuando estés sano, guapo, en forma, cuidas tu alimentación y te gustas? Que a lo mejor despiertas envidia en tu grupo de amigos (o se sienten algo “amenazados”, porque los cambios les sacan de su zona de confort; quizás empiezan a mirarse sus barrigas y pensar “yo también debería cuidarme” -cuando era mucho más divertido seguir de cervecitas en el bar-). Seguramente por eso te vacilan, te gastan bromas o incluso te critican por estar comprometido con tu objetivo.
Lo que pasa es que despuntas de los demás. Te sales de la normalidad, de lo que les tenías acostumbrados.
Y a veces la fidelidad al clan puede ser tan fuerte, que hasta tú mismo te sientas culpable por alejarte de ellos de algún modo. Entonces es fácil que termines por “volver al redil” (a menos que seas consciente de todo esto, estés comprometido totalmente con tu objetivo, y tengas un buen plan de acción)
Ten en cuenta que esto es algo que puede pasar no sólo con tus amigos. También con tu familia, tus compañeros de trabajo, tu pareja…
Pero no te lo tomes a mal, es una reacción natural, y no lo hacen porque quieran que fracases o seas infeliz.
Simplemente se están protegiendo a sí mismos.
Y tú debes hacer lo mismo, tratándoles con respeto, intentando que no vean tu nuevo estilo de vida como una amenaza para su comodidad; y manteniéndote fiel a tus valores, a lo que es importante para ti.
“Si la montaña que subes parece cada vez más imponente, es que la cima está cada vez más cerca”
Escribe tus metas y objetivos
¿Sabías que te tomas mucho más en serio los objetivos que escribes?
Al ponerlo sobre papel, te responsabilizas de eso que has escrito (sobre todo si lo firmas como un contrato contigo mismo)
Aumentarás más aún tu capacidad de lograr lo que deseas conseguir, si registras cada paso que vas a tener que dar para alcanzar esa meta grande.
Porque cuando tienes claro qué debes hacer y qué no, simplemente tienes que ceñirte a tu propio plan de acción.
Sin pensar más, sin tener que andar tomando decisiones. Sólo ejecutar y mantenerte enfocado.
Una vez hecho un pasito, sabrás cuál es el siguiente. Y después el siguiente. Y luego el siguiente… así hasta que lo logres.
Enfoque y compromiso ¡Adelante!
Debes estar dispuesto
“Para conseguir algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca has hecho”
¿Parece obvio no?
Pues no debe serlo tanto, porque a menudo intentamos una y otra vez lo mismo de siempre… sin darnos cuenta de que obtendremos el mismo resultado que hasta ahora.
Muy sencillo:
Si quieres cocinar una receta de lubina con patatas, ¿tendrás que meter al horno una lubina y unas patatas, verdad?
Entonces…
¿Por qué no dejas de intentarlo con el pollo y las cebollas? ¿Y qué tal si pruebas a meterlo en el horno, en vez de la lavadora?
Confía en ti mismo, tienes todo lo necesario para alcanzar lo que te propongas. Te pones la zancadilla cada vez que dudas de tu potencial… Confía y déjalo fluir, ¡porque está dentro de ti!
Conócete a fondo, detecta cuáles son tus debilidades y tus fortalezas.
Y recuerda que el único límite a tus logros de mañana, está en tus dudas de hoy.
Consejos para lograr tus objetivos
Ahora imagina que ya han pasado 12 meses y estás haciendo tu balance del año…
Tienes delante tu lista de propósitos ¡y te das cuenta de que has conseguido todas las metas que te habías planteado!
Así que marcas tus retos como conseguidos y te sientes tan orgulloso de ti mismo… ¡Qué satisfacción, eh!
Pues ahí van estos consejos para que se pueda convertir en realidad esta escena:
Ponte máximo 5 objetivos.
Que no sean excesivamente grandes.
Especifícalos al máximo (pásales a cada uno de ellos el filtro SMARTER).
Ten claro para qué los quieres lograr.
Haz un plan de acción, para saber qué tienes que hacer (paso por paso) para lograr cada meta.
Piensa en los beneficios que te traerá tu objetivo a medio-largo plazo, no te quedes en la satisfacción inmediata.
Ten claros los esfuerzos y sacrificios que tendrás que hacer para conseguir tu meta.
Elabora un «Plan B» para cuando te fallen las fuerzas (para evitar abandonar, lo mejor es compensar cuando cometas errores, y ser flexible, ¡nada de «from lost to the river» o «de perdidos al río»!).
Rodéate de personas positivas que te apoyen y crean en ti.
Busca motivación, mantente enfocado.
Pide ayuda si la necesitas (eso te hace más inteligente).
¡Reconoce cada avance que hagas, por pequeñitos que sean! Todos y cada uno de los pasos que des son un éxito, y son necesarios para lograr tu meta, así que son importantes.
Puedes celebrarlos dándote un pequeño premio (no tiene por qué ser material, puedes dedicarte tiempo y pasear escuchando tu música favorita, darte un baño relajante, quedar con amigos, etc.)
¿Has fallado?
Puede que ésta sea la vigésimo quinta vez que persigues tu meta y estés ya hasta las narices de no lograrlo… ¡te comprendo perfectamente, es desesperante!
Pero ten en cuenta que lo importante es no desfallecer, seguir intentándolo y aprender las lecciones que nos enseña cada caída.
¿Crees que un bebé aprendería a caminar, si cada vez que se pone de pie tembloroso y cae de culo, se juzgara a si mismo tan duramente como haces tú?
–“Madre mía, qué torpe soy, si es es que no valgo para nada… jamás lograré dar dos pasos seguidos… mejor me quedo aquí gateando y tomando biberón toda mi vida, porque total…”
Evidentemente no.
Se quedaría bloqueado, con la autoestima destrozada y creyéndose un despojo humano.
En lugar de eso, el bebé lo sigue intentando una y otra vez.
Cae, se levanta. Tiembla, da un pasito, vuelve a caer. Llora si se ha hecho daño, pero a los dos minutos ya está en pie otra vez.
Así las veces que hagan falta, hasta que evoluciona y mejora.
No se pone excusas, no se justifica diciendo “nooo, claro, es que mis piernecitas rechonchas no tienen fuerza aún”; “es que soy muy pequeñito”, “es que tengo sueño”, “es que estos patucos me aprietan “, “es que mi madre no me apoya como me gustaría”.
No.
Va y lo hace. Punto.
Con humildad, sin juzgarse y sin echar la culpa a nadie.
Si caes y te vuelves a levantar, no caíste, ¡tomaste impulso!
La vida siempre te ofrece una segunda oportunidad. Se llama ‘mañana’.
Así que si no has podido acercarte hoy a tu meta, si has cometido el mismo fallo, has vuelto a pasar algo por alto o has intentado de nuevo las soluciones que sabes que no te funcionaban…
No te preocupes, mañana tendrás una nueva oportunidad.
¡No te rindas! Busca soluciones, no culpables.
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