Hablaba el otro día con una querida amiga, que ha pasado una época muy complicada, con muchos procesos de cambio seguidos.
Algunos muy positivos, otros muy dolorosos y algunos cambios no tan grandes, pero necesarios.
Me decía que estaba deseando tener una época de calma para poder asentar todo lo vivido, tener tiempo para ella misma, incluso para poder aburrirse.
¡Poder aburrirse!
Me pareció maravillosa la reflexión.
Qué infravalorado está el aburrimiento.
Normalmente huimos de él como de la peste (y más hoy en día, en este mundo híper-estimulado que tenemos)
Catalogamos el tedio como algo negativo, cuando en el fondo es casi un privilegio…
Porque si estás aburrido significa que no tienes ningún drama.
Ningún duelo con el que lidiar.
Nada importante te falta.
No tienes que lidiar con ninguna emoción molesta o dolorosa que te nuble la visión.
Significa que tienes un lienzo en blanco para poder llenar con otras cosas que te interesen y te motiven, teniendo tú el control.
Muchas veces esto es algo que pasamos por alto, ¿verdad?
Un abrazo,
Ainoa
PD: Cosa distinta es que estés “aburrido de una situación” (que en verdad, más que aburrimiento como tal, es hartazgo, cansancio de que el panorama sea repetitivo e inmutable demasiado tiempo). En ese caso, te invito a hacer una lista de acciones que podrías hacer tú para introducir novedades y mejoras en esa situación.