Todos acumulamos “bolsas de basura” interiores.
Bolsas de tensión, tristeza, enfado, estrés, etc.
Y suele liberarnos mucho hablar con alguna amiga, llorar un poco, gritar, pegarle patadas al saco en el gimnasio, escribir lo que nos perturba,…
Todo eso está fantástico y es muy necesario como mantenimiento cotidiano.
El peligro viene cuando nos conformamos con esas tiritas que nos van aliviando momentáneamente, sin entrar a la raíz del asunto.
¿Y por que hacemos eso?
Normalmente por miedo a abrir la “caja de Pandora emocional”
Y porque suele ser más barato que ir a terapia 🤣
Fuera de bromas, esta inquietud es completamente natural. La idea de enfrentarte a tus emociones más profundas y dolorosas acojona un rato.
Seguramente sospechas que al abrir esa caja, todas los sentimientos reprimidos saldrán de golpe y serán demasiado abrumadores para manejarlos.
Y puede que no te falte razón.
¿Pero y si en vez de tomártelo así, visualizas tu caja de Pandora como una habitación cerrada durante años?
Al abrir la puerta, seguramente te encuentres con bastante caos emocional acumulado… pero también con la oportunidad de ordenarlo y liberarte por fin del peso que llevas dentro.
Porque -por mucho que no quieras verlo- esas emociones reprimidas y no procesadas han estado ahí, en tu mente inconsciente, durante mucho tiempo, afectando tu vida de maneras que ni siquiera te das cuenta.
Y seguirán estándolo hasta que les prestes atención.
Suelen manifestarse en forma de pensamientos rumiativos, tensión, estrés, insomnio, ansiedad, nerviosismo, irritabilidad, inseguridades, depresión y otros problemas emocionales.
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Tomar consciencia siempre es el primer paso para sanar.
Imagina que te duele algo, pero no tienes ni idea de qué ni dónde.
No sabes si te has dado un golpe, si te has roto algo o sólo es un raspón, si es una quemadura o una uña rota…
¿Cómo te van a curar entonces?
Lo primero que hace el médico es hacerte preguntas y pruebas, para acotar y detectar. Para sacar a la luz el problema.
Pues aquí igual.
Bueno, ya estoy encadenando metáforas, perdona… rebobinemos hasta la habitación guarrindonga.
Esta sucia, está desordenada.
O eso sospechas…
Porque no lo sabes, nunca te has pasado por allí.
Igual cuando entres y enciendes la luz, ves que no era para tanto.
O lo mismo contratas a una Marikondo emocional estupenda que te ayuda a sacar, separar, categorizar, tirar y ordenar todo ese caos interior.
Y puede que hasta te sorprenda gratamente descubrir lo fuerte que eres realmente.
Porque al enfrentarte a tus emociones, puedes comprender mejor quién eres y qué necesitas para vivir de forma plena y auténtica.
Bueno, pues para limpiar tu casa física no (jeje). Pero tu hogar interior sí puedo ayudarte a dejarlo como los chorros del oro (¿del loro? nunca he sabido cómo es realmente) con estrategias para enfrentar ese miedo de manera gradual y segura, respetando tu propio ritmo y límites.
Y si no quieres conmigo, busca en internet, que hay miles de profesionales y diferentes enfoques terapéuticos que te pueden ayudar.
¡No estas sola/o!
Un abrazo enorme,
Ainoa
PD: Se dice “los chorros del ORO”, que lo acabo de buscar 😉
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