¿Qué es la dependencia emocional?
Como vimos, el apego o dependencia emocional es un problema psicológico que nos dificulta estar tranquilos o ser felices si no tenemos cerca a la otra persona (pareja, amigo o familiar), si no nos da su cariño y atención continuamente, o si la relación con él o ella no va bien.
Uno de los síntomas más claros de dependencia es cuando todos nuestros pensamientos giran en torno a la persona y sentimos cierta adicción.
Esta enorme necesidad suele provocar relaciones inestables y destructivas. Puede que la persona dependiente se auto-engañe, se anule y tienda a manipular al otro para obtener lo que tanto necesita (aunque lo haga seguramente sin ser consciente de ello).
En caso de que sean ambos miembros de la relación quienes dependan el uno del otro, hablaremos entonces de codependencia afectiva, y suele darse en el ámbito de la pareja.
Pero ¿cómo podemos detectar si realmente tenemos dependencia emocional?
10 señales de dependencia emocional
1. Tienes la autoestima baja
Sueles valorarte de forma negativa, te criticas duramente, sientes que no te quieres ni te valoras. Siempre te fijas en tus errores, en tus equivocaciones y en lo negativo de tu personalidad, dándole mucho más peso que a tus características positivas o tus logros.
Seguramente te compares a menudo con los demás (y siempre salgas perdiendo). No confías en tus capacidades, te sientes pequeñito o blandito; y crees que los demás viven con menos esfuerzo, que hacen las cosas mejor que tú o que valen más.
E incluso aunque tus seres queridos traten de hacerte ver tus fortalezas y virtudes, no terminas de creerte sus palabras, no logras aceptarte tal como eres.
2. Te da miedo la soledad
Necesitas sentirte acompañado, apoyado, respaldado por tu pareja o tu amigo/a. Te da mucho miedo estar a solas contigo mismo (no sólo en el momento presente; sino sobre todo quedarte solo en el futuro, perder esa relación que es fundamental para ti).
Sólo de pensar que algún día puede te puedes quedar sin ese apoyo y no tengas con quien compartir tu día a día, se te ponen los pelos de punta.
3. Es tu prioridad absoluta
La persona de la que dependes es tu mayor prioridad, todo gira en torno a él o ella. Siempre le tienes en mente y le antepones a todo. Para ti va por delante del resto de tus seres queridos, de tus planes, tus intereses, tus necesidades, tu trabajo, tus hobbies… incluso por delante de ti mismo.
En tus planes siempre entra esta persona, crees que sólo estarás a gusto y en paz si es con él o ella. Incluso llegas a cancelar o modificar planes para ajustarlos y poder pasar más tiempo a su lado.
4. Necesitas saber del otro continuamente
Sin darte cuenta estás todo el rato pendiente del móvil, quieres saber que está haciendo tu pareja o amigo/a a todas horas . A veces incluso sientes (o te ha dicho) que le agobias con tantos mensajes y llamadas.
Rastreas sus redes sociales en busca de pistas que te calmen (porque aunque sabes que no es posible estar a su lado en todo momento, te sientes más acompañado/a y tranquilo si al menos le tienes controlado sabiendo dónde anda).
Pero cuando esta persona se molesta o no responde como tú querías, te agobias y te preocupas demasiado.
5. Te anulas
Sin darte cuenta, poco a poco has ido dejando de ser tú mismo, te has anulado. De tanto hacer cosas que crees que agradarán al otro, te has perdido en el camino, y puede que ya ni sepas qué deseas o qué es mejor para ti.
Te sueles dejar llevar, te adaptas, eres dócil o sumiso, te sacrificas y haces lo que el otro te pida. Porque sabes que si le tienes contento y no das problemas, seguirá a tu lado.
El problema es que cada vez te vas alejando más de ti mismo, y te vas sintiendo más inferior a tu pareja o amigo. Esto fomenta que le vayas necesitando más y más, que te oercibas débil e inseguro si no está contigo. Y que sientas que la otra persona vale más que tú o tiene más derechos. Con lo que se produce un desequilibrio peligroso en los roles y poderes de vuestra relación.
6. Quieres exclusividad
En el fondo no puedes evitar ver a tu pareja o amigo como si fuera de tu propiedad, como si fuera tuyo. No soportas percibir que no eres el centro de su vida, o que tenga otras prioridades que no seas tú.
Claro, como tú si estás siempre pendiente del otro y de sus necesidades, cortocircuitas cuando ves que no es algo recíproco. Te duele mucho que no te trate igual que haces tú.
7. Relaciones sociales reguleras
Te suele costar bastante interactuar con otras personas con las que tienes menos confianza o no te sientes tan a gusto. Al final, te has encerrado tanto en tu relación, que socializar con otros te resulta complicado o estresante.
Siempre tienes a tu pareja o amigo en la boca, es tu tema de conversación estrella, tu mayor interés. Y puede que te falten algunos recursos y habilidades sociales como la empatía, la asertividad o la interacción.
8. Tu estado de ánimo es variable
Sueles estar en una montaña rusa emocional, tu estado de ánimo depende mucho de cómo vayan las cosas con el otro. Si le notas bien contigo y todo fluye, te sientes bien. Pero si algo no cuadra, te preocupas y angustias fácilmente. Además te sueles sentir vacío y culpable. Sentimientos que sólo crees llenar cuando estás con él / ella.
Como ves, es la pescadilla que se muerde la cola.
“Cuando temes el abandono del otro, la probabilidad de que te abandones a ti mismo aumenta”
9. Buscas agradar a todo el mundo
Sueles estar preocupado/a por caer bien, quedar bien, por dar una buena imagen. No sólo quieres gustar a tu pareja y a tus seres queridos, también a los desconocidos. Te preocupan las críticas, el qué dirán y que te puedan rechazar.
Estás muy al tanto de lo que los demás esperan de ti y te esfuerzas por serlo y no defraudarles.
10. Tienes síndrome de abstinencia
Sí, eso es, como los drogadictos.
Esta dependencia que tienes del otro hace que cuando se aparta de tu lado (o cuando intentada cortar la relación) sufras una especie de “mono”. Te sientes profundamente triste y deprimido, ansioso, necesitado de su atención.
No te haces a la idea, no aceptas la ruptura. Incluso aunque sepas que esta relación era nociva, es probable que te esfuerces por recuperarla. Y seguramente tus recuerdos te jueguen malas pasadas, porque tiendes a idealizar a tu pareja / amigo, a minimizando lo negativo de vuestra historia y magnificando lo positivo.
Quizás el resto de seres queridos intenten ayudarte a ver la realidad de forma neutra, para que pienses con claridad y sueltes ese apego que tienes, pero no quieres escuchar ni aceptar lo que te dicen, sólo deseas volver a estar con él/ella.
11. Bonus extra
Si al leer este artículo te has sentido removido por dentro, es la mejor señal que puedes tener.
De hecho, que hayas entrado a leerlo (o hayas buscado la información en internet) ya dice mucho. Si ya sopechabas que podías tener dependencia emocional… es bastante probable que la tengas.
Vale, ¿y qué hago si detecto estos signos de dependencia emocional?
Lo primero de todo, enhorabuena por tu descubrimiento y por tu valentía. Seguramente no esté siendo nada fácil llegar hasta aquí y abrir los ojos. Así que el primer paso (que es el más difícil) ya lo has dado. ¡Una cosa menos!
Ahora, ten en cuenta la gravedad del asunto.
Cuando somos tendentes al apego emocional, es fácil que nos volvamos a “colgar” de otra persona -o de animales, cosas, situaciones etc, como te conté en este otro artículo-.
Si no te trabajas esta tendencia, puede que esta necesidad de control vaya a más. Que tu inseguridad y baja autoestima lleguen a ser asfixiantes, que cada vez te cueste más tomar decisiones y llevar las riendas de tu vida.
Y esto suele provocar un deterioro de tus relaciones (de cualquier tipo), haciendo que te termines aislando, que tengas problemas de ansiedad, depresión, autosabotaje,…
Como ves, no es ninguna tontería.
Te mereces ser feliz. Confiar en ti mismo/a. Estar a gusto y tranquilo sin depender de nada más que de ti.
Por eso te animo a contar con ayuda profesional cuanto antes, para reconducir esta situación y ganar en libertad.
Si quieres que te ayude, aquí me tienes.
Un abrazo,
Ainoa