Cuando pensamos en alguien con baja autoestima, a menudo nos imaginamos a una persona tremendamente insegura, callada, tímida, que evita enfrentarse a nuevas situaciones por miedo, que no dice abiertamente lo que piensa.
Seguramente la visualicemos con el cuerpo encorvado, como metido para adentro, con los hombros hacia delante y cabizbaja.
Pero esta imagen -aunque es cierta en los casos más extremos- no siempre se corresponde con quieres no se quieren bien.
De hecho, muchas veces las personas con este problema, tratan de enmascararlo aparentando todo lo contrario.
Con agresividad, mostrando una actitud soberbia, arrolladora, imponiendo lo que piensan sin filtrar, anteponiendo sus necesidades a las de los demás, e incluso manipulando para conseguir lo que desean.
Debemos ver la autoestima como una escala.
Podemos tenerla baja, intermedia -o fluctuante– y adecuada.
El objetivo es que el amor propio nazca de nuestro interior, de nuestra propia valoración.
Sin depender tanto de nuestros logros, de la validación ajena ni de las circunstancias.
Peligros de tener baja autoestima
Si no nos queremos ni estamos a gusto con nosotros mismos, no estaremos satisfechos con nada.
Esa inquietud y malestar interno (que es la peor traición que podemos sufrir, “tener al enemigo en casa”) puede provocar que busquemos los fallos fuera.
Que nos centremos en lo negativo, en lo que falta, en lo que es mejorable. Generándonos así mucho descontento y pesimismo.
¡Como si mejorando lo de fuera, fuéramos a solucionar lo de dentro!
Este estado afecta al alma, a la salud psicológica e incluso física.
Así, van aumentando los pensamientos negativos que tienes sobre ti mismo, lo que te lleva a una desvalorización y a una falta de confianza en tus propios recursos y habilidades. ¡Un dañino círculo vicioso!
Porque cuanto peor te evalúas, menos confías en ti. Cuanto menos confías, menos cosas te atreves a hacer, evitas enfrentarte a las situaciones, aceptar retos. Todo te viene grande y te agobia.
Cuanto menos afrontas los retos, menos oportunidades tienes para demostrarte a ti mismo lo capaz que eres de vivir.
Cada vez te da todo más miedo, y te vas sintiendo más pequeñito. Te vas atrofiando. Y cuanto más pequeñito, menos confianza y más huida.
Grandes peligros de la baja autoestima
Esta peligrosa trampa puede hacer que seas cada vez más vulnerable a desarrollar una depresión, a tener dependencias emocionales, a caer en comportamientos nocivos como adicciones (a las drogas, alcohol, juego, sexo, etcétera); a desarrollar trastornos alimentarios (comer compulsivamente o en exceso, ortorexia, anorexia, bulimia);y en los casos más graves incluso ser propenso al suicidio.
Por favor, si estás en este punto, no esperes más y busca directamente la ayuda de un buen psicólogo -o psiquiatra- especializado en ansiedad y depresión, para que te ayude a salir del pozo cuanto antes.
El insomnio también puede venir motivado por una autoestima baja. Si hemos renunciado a responsabilidades, trabajos e incluso situaciones agradables por miedo a no afrontarlos adecuadamente, es probable que nos sintamos abrumados, frustrados y culpables, lo que dificulta conciliar el sueño, o puede producir que sea entrecortado a lo largo de la noche.
La falta de amor propio afecta también en tus relaciones
CONFORMISMO SOCIAL:
Si no te conoces bien a ti mismo, difícilmente sabrás qué tipo de personas te convienen, ni con quién pegas mejor. Te conformarás con los primeros que pasen delante, sin filtrar. Eso provocará que tengas relaciones superficiales y poco satisfactorias.
Si no te conoces, no sabes qué puedes ofrecer a los demás, qué te hace interesante y único.
NECESIDAD DE APOYO:
Por otro lado, si no estás a gusto contigo mismo ni te valoras, puede que vivas buscando la aprobación ajena (de forma más o menos sutil), poniendo en sus manos todo el poder sobre ti. Sólo te sentirás feliz si te están dando todo el rato muestras de atención y palmaditas en la espalda.
BÚSQUEDA DE SEGURIDAD:
O quizás tu inseguridad personal hace que te aterrorice tomar decisiones, con lo que buscas constantemente la opinión de los demás y sus consejos (para escurrir un poco la responsabilidad, todo sea dicho). Si es excesivo, esto puede resultar molesto y poco atractivo para ellos.
AISLAMIENTO:
Si no te valoras ni te aprecias, puede que te sientas alguien poco apetecible con quien estar. Creerás que no encajas en los grupos. Evitarás el contacto, con lo que se irán atrofiando tus habilidades sociales, echando leña a ese círculo vicioso del que te hablé antes.
Cada vez te sentirás más solo, menos integrado y te mostrarás más arisco con la gente.
DESCONFIANZA:
A menudo la baja autoestima provoca también un gran miedo a ser criticado, a que los demás te evalúen negativamente y te puedan hacer daño.
Desconfías de la gente, aunque sus intenciones puedan ser buenas.
O quizás este miedo te lleve a comportarte de forma algo agresiva y distante, como forma de disimular tus debilidades y marcar límites (te proteges antes de que pase nada).
AUTOSABOTAJE:
Aunque sea sorprendente, a veces quienes tienen baja autoestima provocan a los demás para que éstos le den feedback negativo (es decir, le traten mal o le digan palabras hirientes). Así ellos pueden verificar su propio autoconcepto negativo y quedarse “tranquilos” sufriendo y sabiendo que tenían razón y no valen para nada.
Lógicamente esto daña profundamente las relaciones, provoca rechazo y genera una dinámica muy peligrosa en la que la persona cada vez se siente peor consigo misma. Se va metiendo en un oscuro pozo porque no sólo está auto-convencida de que es poco valiosa, sino que además recibe cada vez menos apoyo y comprensión.
ESTANCAMIENTO LABORAL:
Como vimos, si no confías en tus capacidades y habilidades, seguramente te auto-bloquees. Dejarás pasar oportunidades laborales, evitarás responsabilidades.
El miedo a equivocarte o a no hacer las cosas perfectas hará que prefieras mantenerte en un “perfil bajo” en el que se espere poco de ti y no tengas que salir de tu zona de confort.
Pero claro, esto impedirá que avances y crezcas profesionalmente. Lo que seguramente te mantenga frustrado e insatisfecho.
DEPENDENCIA EMOCIONAL:
Al no confiar en ti mismo y sentirte débil, necesitarás a los demás, te mantendrás enganchado a ellos. Serán un referente para ti, un escudo que te ayude a llevar mejor las situaciones.
RELACIONES TÓXICAS:
Y con todo este panorama, verás que es fácil caer en las garras de personas manipuladoras, destructivas o tóxicas. Personas que además de aprovecharse de tu falta de amor propio, la fomentarán.
¡Pero ojo, que es muy fácil echare la culpa a los demás y sentirse el pobrecito!
Tú también tienes parte de responsabilidad en el asunto, por fomentar ciertas dinámicas en la relación y no salir huyendo cuanto antes. Por eso es tan importante que abras los ojos y te trabajes por dentro, para estar prevenido y protegerte.
Signos de falta de autoestima
Puede que estés pensando que es muy exagerado y que tú no tienes todos estos problemas (o no tan graves).
¡Pero aquí sigues leyendo! Lo que quizás significa que sabes que no tienes la autoestima todo lo alta que podrías tenerla.
Claro, porque esto no es «o la tienes alta o la tienes baja«
La autoestima es como una escala.
Y va fluctuando a lo largo de la vida con las circunstancias, con lo que tú pienses de ti, con cómo evalúes tu propio desempeño frente a las situaciones que van viniendo, con lo que piensan los demás de ti,… ¡Afectan muchos factores!
Aunque como dije al principio, el objetivo es conseguir estabilizarla, para que se mantenga alta y constante, generada internamente sin depender tanto del exterior.
Entonces ¿cómo saber si te falta autoestima?
A parte de todo lo que hemos ido viendo hasta ahora, podríamos añadir:
- No cuidarte nada
- Cuidarte en exceso (estar obsesionado con tu cuerpo, tu peso, tu aspecto físico, la ropa que llevas,… puede ser una forma de sobrecompensación de tus inseguridades)
- Envidiar
- Ser criticón
- Quejarte continuamente
- Maltratar o no tratar bien del todo (sobre todo a las personas más cercanas y de confianza)
- Celar, ser muy dominante y posesivo
- Intentar controlarlo todo
- Negarte a aceptar las cosas tal como son
- Evitar los cambios necesarios
- Incapacidad para soltar, dejar marchar personas, relaciones, situaciones, etapas,…
- Rigidez mental
- Miedo al cambio, dificultades para adaptarte
- Trabajar compulsivamente
- Limpiar compulsivamente, intentar tener la casa o la oficina siempre perfectamente ordenada y pulcra
- Fumar, beber o comer en exceso
- Actuar tímidamente o con apatía
- Rogar a otras personas que te quieran, mendigar amor y atención
- Conformarte con la primera persona que te haga caso aunque sepas que no es bueno para ti o que no le importas tanto (sean pareja, amigos,…)
- Permitir que te traten mal, que no te respeten, que no te valoren
- Tu intuición. Si tienes la sensación o la corazonada de que no tienes la autoestima muy fina, hazte caso, porque seguramente lleves razón.
Si tienes estas conductas a menudo, es probable que no te quieras bien.
Así que te animo a que te tomes en serio la prioridad de restablecer tu autoestima, porque es la pieza clave para el equilibrio en todas tus relaciones (empezando por la que tienes contigo mismo, que es la más importante)
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