Las personas muy sensibles y empáticas solemos pasarlo fatal con los problemas de los demás… Somos como esponjas emocionales, sentimos intensamente el dolor ajeno (sobre todo los que somos PAS). Pero ese no es el problema.
El tema es que no sólo lo sentimos muy fuerte, sino durante demasiado tiempo. Esa angustia nos impacta y se nos queda retumbando dentro (sí, somos como cajas de resonancia de música), condicionando a menudo nuestra vida.
Por eso no es raro que terminemos viendo nuestra alta sensibilidad como una especie de maldición, un tormento.
Pero nada más lejos de la realidad.
Lo primero de todo es saber que “ser muy sensible” no tiene nada de malo. Al revés, si hubiera más personas empáticas y bondadosas por el mundo, seguramente otro gallo cantaría… Ser sensible es un don.
Pero como casi todo en esta vida, si es excesivo y no sabemos cómo manejarlo, resulta dañino (al menos para ti).
Seguro que en muchas ocasiones te han dicho cosas como “eres demasiado sensible, pareces de cristal, todo te afecta, no te lo tomes tan a pecho,…” o puede que tú mismo te hayas sentido débil y preocupado por no poder controlar esta condición.
Así que veamos qué podemos hacer:
Cómo controlar el exceso de empatía que te hace sufrir, por ser muy sensible:
Vamos a ver unos cuantos tips, mezclado con un ejercicio de Programación Neurolingüística (PNL) para que te resulte más sencillo:
- Reconoce todo lo que sientes concretamente (tristeza, ansiedad, rabia por la injusticia, miedo, asco, vergüenza,…) y el impulso que te pide cada emoción (ganas de llorar, de abrazar, de mediar, de actuar, de equilibrar la situación,…) Te animo a escribirlo todo, te ayudará a liberarte y calmarte más rápido.
- Nómbralas y evalúa de 1 al 10 cómo de intensa sientes cada una de esas emociones, por separado (quizás sientas pena en un nivel 8, angustia en un 5, enfado en un 6,…)
- Permite que todos estos sentimientos estén en ti, no luches contra ellos (eso sólo te desgasta la energía).
- Está bien que sientas lo que sientes, no lo juzgues, no te juzgues. No tienes nada de malo, deja de criticarte. Reconcíliate con tu rasgo de personalidad, 🤍 es maravilloso que tengas un corazón puro.
- Ahora se trata de regular la intensidad con la que sientes todo esto, no de hacerlo desaparecer.
- Date cuenta de que este dolor no te corresponde, y que sentirlo tan fuerte te hace daño y no soluciona nada.
- Toma la decisión consciente de ajustar tu emotividad. Decide que esto es lo que quieres hacer, toma la responsabilidad de tu mundo interior. Escribe o di en alto “me encargo de regular mis emociones”.
- Cierra los ojos un momento y conecta con tu cuerpo. Observa dónde sientes ese dolor y de qué manera (por ejemplo: una presión en el pecho, un nudo en el estómago o la garganta,…) y detecta a qué profundidad está esa sensación (seguramente en lo más hondo de ti).
- Sácalo un poco, no te lo lleves tan profundo, siéntelo a unas cuantas capas más superficiales de ti. Imagínate a ti mismo con esa angustia en tu interior y visualiza cómo va saliendo poco a poco, hasta quedarse en tu piel.
- Suelta el dolor, no te enredes con él. Imagina que fuera un cabo, una cuerda de esparto grueso muy áspera. Está húmeda y fría, huele a moho, es muy desagradable. Observa cómo se te ha liado alrededor del cuerpo y está apretando, haciéndote daño, no te deja respirar. Pero te das cuenta de que es algo externo, no es tuyo. Así que te vas moviendo, desenredando, soltando la cuerda. Siente cómo te vas liberando, cómo vas recuperando el movimiento y la capacidad de respirar sin angustia. Observa cómo ha caído la cuerda a tus pies, cómo aún puedes sentir el esparto en tus tobilos y empeines, pero ya no te agobia, no te pesa. Siente su peso, su textura, su temperatura, incluso su olor putrefacto… pero déjalo en el suelo y sigue observándolo ahí. Escribe o di en alto “decido soltar el dolor, me libero”.
- Respira profundo varias veces, inspirando por la nariz y soltándolo por la boca. Nota cómo te sientes ahora, cómo se ha reducido la intensidad (evalúalo del 1 al 10).
- Protégete, no veas tantas noticias. Las personas muy sensibles somos como “albinos emocionales” y al igual que las personas de piel muy blanca, tenemos que protegernos más que el resto (aquí tienes un ejercicio de PNL muy potente para lograrlo). Igual que los albinos se ponen crema de alto factor de protector solar y sombrero, caminan por la sombra, cubren su piel con manga larga… nosotros tenemos que evitar sobre exponernos también a los estímulos dolorosos. ¡Pero sin llegar a desconectarnos del mundo que nos rodea tampoco! Quizás ver sólo los titulares de las noticias, sea suficiente (sobre todo ahora mismo, con la situación tan inestable y revuelta que tenemos).
- Acepta que la vida es así. Observa la naturaleza: las leyes que la rigen no tienen nada que ver con nuestros constructos sociales humanos de justicia y equidad… Te animo a ver a menudo documentales sobre naturaleza, para estar más en contacto con la realidad. Así verás, por ejemplo, que el león se come a la gacela bebé (no porque sea malo y despiadado, sino por instinto de supervivencia y por ser el recurso más fácil de conseguir y atrapar). No es crueldad, es como funciona el planeta. Acéptalo, afloja un poco tus estándares morales.
Igual que al albino no le sirve de nada enfadarse porque el sol quema mucho (y no pierde el tiempo intentando cambiarlo, sino que se centra en protegerse a si mismo para adaptarse al medio), nosotros también tenemos que aceptar que el mundo funciona como funciona. Luchar contra ello, frustrarte o enfadarte demasiado sólo hace que te sientas fuera de esta sociedad, inadaptado; como si fueras un extraterrestre, como si no pertenecieras y no entendieras cómo van las cosas aquí. Ten cuidado, porque este pensamiento puede llevarte a una profunda crisis existencial (te lo digo por experiencia). Nuestro ego espiritual o moral a veces se pone por encima de la realidad imperante, y nos puede perjudicar mucho.
- Céntrate en las cosas buenas de la vida, intenta compensar la balanza para que no se te parta tanto el corazón. Cambia tu foco de atención (centrarte sólo en lo negativo y darle un significado horrible a eso que estás procesando, te llena de angustia y dolor) amplía el foco, observa también otras cosas positivas u oportunidades que pueda haber en la situación (o en otros lados). Ambas realidades coexisten a la vez, es cuestión de saber verlas.
- Acepta que (seguramente) no puedes hacer mucho por cambiar la situación. Tu área de influencia es pequeña, sé modesto. Haz lo que esté en tu mano, si lo consideras adecuado y no te va a poner en peligro. Comparte, escúchale empáticamente, dona dinero, echa una mano,… haz lo que consideres que puede ayudar a aliviar su estado, sin desgastar en exceso tu energía.
Imagina que alguien se está ahogando y te metes en la piscina con a ahogarte tú también con él… ¿de qué serviría? Mejor mantente fuera y lánzale un salvavidas si puedes.
- No te responsabilices de lo que no te corresponde. Sé humilde, no te creas Dios. No creas que está en tu mano cambiar el mundo (siento decir esto, porque sé que tu intención es totalmente positiva cuando te preocupas por los demás… pero a veces, sin darnos cuenta, nos creemos más de lo que somos)
- Comprende que no sirve de nada que te angusties y te quedes vibrando con ese dolor que no te corresponde (así sólo baja tu energía, te hace vulnerable, te llena de tristeza, de miedo, de resentimiento hacia la vida…) La humanidad como colectivo necesita -ahora más que nunca- personas que vibren alto, sensibles y conscientes; pero empoderadas, fuertes y unidas a la vez.
- Preocuparte mucho por los demás, darle vueltas a sus problemas y sentirte muy mal por ellos no te hace mejor persona. Eres maravilloso tal y como eres, y lo seguirás siendo aunque rebajes un poco ese contagio emocional.
- Suelta la culpa (no es tu culpa tener una situación más ventajosa que otros, no tienes ningún precio que pagar, ni siquiera a nivel emocional). La suerte es una lotería. Si te ha tocado tener ciertas circunstancias, es porque así tenía que ser (por algún motivo que desconocemos). Es decir, no le estás robando nada a nadie, no estás siendo causante de la desdicha ajena. Sufrir por los demás no es una forma mágica de equilibrar la balanza kármica… ¡Aún así, es genial que seas tan sensible y empático! Además esto te ayuda a ser más consciente de lo que te rodea y no restregarles por la cara tu suerte a los demás.
Escribe o di en alto “elijo liberarme de la culpa” y haz el gesto con las manos como si soltaras algo muy pesado.
- Cuídate y procura mantener tu situación afortunada. Nuestra suerte puede cambiar en cualquier momento, no demos nada por garantizado. Si hoy estás bien: agradece, disfrútalo y cuida que siga siendo así.
- Haz algo maravilloso con tu vida, aprovecha tus circunstancias favorables, como el regalo de la Vida que es. La mejor manera de honrar a esas almas que sufren, es que tú te encargues de disfrutar y aprovechar tu fortuna. Si la vida te ha repartido una buena mano de cartas en esta partida, lo más inteligente que puedes hacer es jugar bien tus recursos. Comparte lo que puedas, ponte al servicio ajeno, honra tus valores, por supuesto. Pero encárgate de tu propia felicidad primero.
- Envía luz. Cuando estés viendo a un ser vivo que sufre y te dé frustración por no poder ayudar, puedes hacer esta visualización (que además de ser preciosa, te ayudará a canalizar tu energía y transformar tus emociones en algo positivo). Imagina que le mandas muchísimo amor, luz, buenos deseos, protección, paz, cariño,.., Deséale calladamente lo mejor ahora y siempre.
Visualiza cómo le envuelve una luz cálida y amorosa, que le acompaña allá donde vaya, reconfortándole.
A mi además me gusta hacer esta visualización cuando voy por la calle (no sólo para quien sufra). Imagino que con cada paso que doy, se va iluminando el suelo y van llegando rayos de esperanza y de amor a mi alrededor. Miro a las personas y animales, imagino cómo serán sus vidas, qué problemas, deseos, anhelos tendrán. Visualizo cómo les rodeo con energía de amor y les deseo una feliz vida.
No sé si servirá para algo, y quizás hasta te parezca un poco ñoño, pero pruébalo. Ya verás como te pone automáticamente de buen humor y te conecta con la unidad que somos.
- Date cuenta que eres amor, bondad y que esa gran empatía que tienes procede de ahí; que no quieres que nadie sufra ni lo pase mal. Así que aplícatelo a ti también. 😉 Tú tampoco mereces sufrir, deséate lo mejor.
¡Espero que te sirva! Un abrazo,
Ainoa