¿Recuerdas cuando eras bebé y tu madre corría detrás de tuyo, diciéndote todo el rato: “¡ NOOO, AHÍ NO !”, “¡ Cuidado Fulanito! ” “¡ Eso no se toca!” ?
Lo que estaba haciendo era protegerte a base de marcarte límites. Enseñándote dónde estaban las barreras invisibles que no debías traspasar si querías seguir vivo o sin sufrir daños.
¿Meter los dedos en el enchufe? Mala idea.
¿Tocar el fogón mientras cocina? Mejor no.
¿Embestir con tu cabeza la esquina de la mesa cual Mihura furioso? No te lo recomiendo.
Como ves, la educación tiene mucho que ver con delimitar y marcar normas una y otra vez, con tantos recordatorios como haga falta. Y aunque seamos adultos, deberíamos seguir en ese camino del aprendizaje. Solo que ahora con nosotros mismos.
Debemos convertirnos en nuestra propia madre protectora. Observar los posibles peligros, anticiparnos y prohibirnos seguir por ahí. Tenemos que educar nuestra mente, ponerle límites para que no se tambalee ni se meta en problemas.
¿Darle vueltas una y otra vez al mismo tema magnificando todo lo negativo? ¡Nop!
¿Sentirte inferior y abofetearte moralmente con cada error que cometes, como si tuvieras que ser perfecto a todas horas? ¡Nain!
¿Desconfiar de todo el mundo y criticarles internamente por cada cosa que hacen? No way!
¿Creer que todo va a salir mal, que la vida es una mierda y dejar que la ansiedad te coma por dentro? ¡Cuidadin!
Por eso es bueno observar nuestra mente como si fuéramos un policía que regula el tráfico en la aduana y decidiera qué vehículos pueden pasar y cuáles no.
De vez en cuando se te colarán algunos “camiones” y te culparás por ello.
Es totalmente normal.
Pero el simple hecho de estar pendiente para tratar de evitarlo (y empezar a ver de ese modo tus pensamientos chungos) te ayudará a ser más consciente y proactivo. Empieza a encargarte de tu bienestar, en lugar de reaccionar a lo que te surja por dentro, como si fueras víctima de tu propio cerebro.
El equilibrio emocional puede ser muy vulnerable si no cuidamos los pensamientos que dejamos que se nos instalen ahí dentro.
Y sobre todo, si les damos credibilidad absoluta.
No te digo que sea fácil, ni que con decirte internamente “¡Tseeeh, eso no!” se vayan a acabar mágicamente tus problemas.
Pero es el primer paso para empezar a tomar el control de tu mente.
Cuídate mucho, que tengas buena semana.
Con cariño:
Ainoa
PD: Últimamente he hablado mucho en instagram sobre los sanos límites que tenemos que macar con los demás. Pero los primeros son los que debemos ponernos a nosotros mismos. ¡Deja de hacerte bullying!