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A lo largo de nuestra vida, cerramos muchas etapas y comenzamos otras nuevas.
Los humanos necesitamos los rituales para poder hacer este proceso de cambio; darnos cuenta de que algo ha cambiado y tenemos que amoldarnos a lo nuevo y dejar atrás lo vivido.
Por eso mismo hacemos ceremonias, fiestas y rituales (desde casarnos, hacer la despedida de soltero/a, celebrar el año nuevo y los cumpleaños,… hasta hacer el cambio de armario cuando cambiamos de estación)
Pero también es el motivo por el que enterramos a nuestros difuntos; nos cortamos el pelo o cambiamos de look tras una ruptura sentimental, metemos sus cosas en una caja para quitarlas de la vista; renovamos nuestro currículum tras terminar un contrato laboral o haber sido despedidos, etc.
Estos ritos de higiene mental son importantes no sólo a nivel cultural y social, sino sobre todo para nuestro cerebro. Nos ayudan a colocar cada “cosa” (cada emoción) en su lugar y seguir avanzando.
Así que cuando llegamos a un ocaso, es buen momento para pensar qué nos llevamos de la etapa que termina, qué hemos aprendido, qué dejamos atrás. Y qué queremos vivir, experimentar y sentir en esta nueva fase que se abre ante nosotros.
Esta reflexión práctica, sólo nos llevará unos pocos minutos. La podemos hacer además a final de año, cada domingo, y cada noche antes de irnos a dormir.
Otro buen momento es al final de las vacaciones. Hemos desconectado durante unos días de nuestra rutina, hemos vivido cosas diferentes, y estamos más creativos. Así que, aprovechando esa visión algo más fresca y objetiva de nuestros asuntos, podemos recapitular y hacer balance de lo personal y lo laboral, de todo lo que tenemos por hacer y de cómo lo estábamos haciendo hasta ahora. Además podemos aprovechar para idear nuevos plannings, ponernos nuevas metas (como el típico “en cuanto vuelva, me apunto al gimnasio“).
Hoy te animo a hacer esto mismo con cada aspecto de tu vida, siguiendo este ejercicio. Porque la limpieza e higiene mental es necesaria para limpiar nuestro “disco curo” emocional, y dejar de cargar cosas que ya no nos aportan. Vamos, que si la mismísima Marie Kondo se metiera en tu cabeza, estaría orgullosa de ti 😉
Limpieza interna
Te propongo revisar los aspectos fundamentales de tu vida. Las personas que forman parte de ella. Los asuntos que requieren tu energía mental y vital. Y los que no la requieren necesariamente, pero te la están robando.
¡Es hora de barrer y ordenar!
Imagina que entras en una habitación, y enciendes la luz.
Ves a tu alrededor que hay un montón de archivadores con papeles. Hay cajas y objetos sueltos.
Todo ello representa tus asuntos y las personas que forman parte de tu vida.
Ejercicio práctico
Para hacer la criba y re-colocación, tómate un rato para estar solo y conectar contigo mismo. Apaga el móvil y evita tener distracciones. Si puedes, túmbate relajadamente a oscuras, o con luz tenue.
Visualiza claramente esa “habitación” mental. Puedes escribir después todas tus conclusiones si lo deseas. Identifica esos asuntos y personas concretas.
Y ahora piensa, sobre cada uno de ellos:
- ¿Cómo está mi “habitación”?
- ¿Qué sensación me produce?
- ¿Está limpia?
- ¿Considero que está ordenada?
- ¿Está como a mí me gustaría que estuviese?
- ¿Veo cosas por en medio, amontonadas?
- ¿Cómo está el suelo? ¿Y las estanterías?
- ¿Está todo en su sitio?
- ¿Respeta una jerarquía, un orden de importancia?
- ¿Es justo que “eso” esté ocupando un puesto tan importante en mi mente?
- ¿Desde hace cuánto tiempo está “eso” ahí?
- ¿Siento que sobran asuntos¿ ¿Y personas?
- ¿Creo que están exactamente donde les corresponde?
- ¿Qué prioridad les estoy dando en mi vida?
Y es que, a menudo, nos llenamos la mente con temas que nos hacen daño innecesariamente. Nos preocupan más de la cuenta y nos obsesionamos dándoles vueltas, sin conseguir nada productivo. Sólo sufrimiento, frustración y a veces hasta enfado…
¡Continuemos con el ejercicio práctico!
Recuerda que puedes hacerlo a final de año, y siempre que necesites tener orden mental y emocional. O que desees dejar atrás situaciones, emociones y relaciones que no te estén sumando.
Si has hecho bien la primera parte del ejercicio, habrás logrado mayor claridad sobre el estado general de tu “habitación” (tu mente y tu corazón).
A lo mejor has descubierto que tienes exceso de “cosas” (personas, asuntos, emociones, situaciones,…).
O que no les estás dando el lugar que se merecen dentro de tu mente.
¡Cuestiónatelo todo!
Pues bien, el segundo paso para salir del desorden mental, es cuestionarte TODO:
- ¿Cuantas horas he invertido en preocuparme/pensar/tratar de solucionar o controlar este asunto?
- ¿Del 1 al 10: en qué medida lo he conseguido?
- ¿Qué nivel de importancia tiene en mi vida diaria (del 1 al 10)?
- ¿En qué me influye o repercute?
- ¿Y si yo no hiciera nada? ¿Si lo dejara tal como está (sin mi influencia)? ¿Qué consecuencias tendría?
- ¿Qué satisfacción o qué frutos consigo dedicándole un lugar tan importante en mi habitación?
Y las mismas preguntas te las puedes hacer con respecto a las personas:
- ¿Es justo que Fulanito ocupe este lugar tan relevante?
- ¿Qué me ha aportado a lo largo de mi vida él/ella?
- ¿Y qué le he aportado yo? ¿Está ahora mismo nuestra relación en equilibrio?
- ¿Cómo me hace sentir?
- ¿Estamos en una relación de simbiosis, en la que ambos ganamos? ¿O es más de tipo parasitario?
- ¿Estoy valorando a Fulanito adecuadamente?
- ¿Qué otro lugar podría darle en mi “habitación”?
- ¿Qué sucedería si lo hiciera? ¿Cómo creo que cambiaría nuestra relación?
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Proceso continuo
Este PROCESO de limpieza mental es muy profundo y duradero.
Son preguntas cuyas respuestas pueden tardar en llegar. Incluso a veces pueden doler… Pero es inmensamente satisfactorio, liberador y necesario.
Igual que cuando haces limpieza en casa, no se hace en diez minutos (si se hace bien). Hay que supervisarlo y revisarlo de vez en cuando. De hecho, te recomiendo que hagas este proceso al menos un par de veces al año. Por ejemplo, en Junio y Diciembre.
¡Pero cuidado, eh!
Que puede que llegue un momento en el que se te vaya “la pinza”, te pongas a “barrer” como loco, sin pensar objetivamente. Llevado por la euforia de verlo todo “limpio y despejado” (eliminando relaciones o situaciones de forma descontrolada)
O al revés. Puede que te dé tanta pena (miedo) desprenderte de situaciones y personas, que termines dejando casi todo tal y como estaba…
Pide ayuda
Por ello, es importante que en esa “limpieza mental” cuentes con la ayuda de un buen profesional.
Alguien que te guíe y te acompañe durante el proceso, que te ayude a no mirar para otro lado cuando tengas ganas de hacerlo (cosa muy tentadora, cuando descubrimos temas que nos desagradan).
Necesitas a alguien que te haga ser objetivo en esta tarea de reestructurar tu vida, tarea en la que es difícil no verlo todo desde tu propio prisma.
Y después su ayuda será más necesaria y valiosa todavía. Cuando empieces a ponerte en marcha y a hacer efectivo todo aquello de lo que te has dado cuenta. Será quien te guíe para que seas asertivo e implementes esos cambios de forma sutil y elegante, sin causar más daños de los necesarios.
Con todo ello, te darás cuenta de muchas cosas liberadoras. Poco a poco irás viendo tu “casa” más ordenada, sana y limpia.
Y una vez hayas “re-decorado” tu vida, podrás empezar con energías renovadas. Con la mente clara y repleta de fuerza.
El comienzo fresco que tanto necesitabas
¡Feliz etapa nueva! 🙂
PD1: Seguramente habrás notado que el orden físico ayuda mucho con el orden mental y emocional. Si tienes tu casa hecha un desastre y nunca encuentras nada, no sólo pierdes tiempo y energía. Seguramente tu cabeza esté igual. Por eso, te recomiendo que trates de mantener un cierto orden y limpieza en tu casa, en la oficina, etc. ¡Póntelo fácil!
PD2: Si no tienes ahora “la cabeza bien amueblada”. Si crees que debes poner orden y dejar ir ciertos asuntos. Pero te duele demasiado y no sabes cómo hacerlo… Confía en mí para ayudarte.
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