Hace 57 años, la diseñadora de moda londinense Mary Quant tuvo la idea de reinventar una prenda de ropa.
Agarró sus tijeras, una falda que tenía en su estudio, y ✂️ chas chas chas… le quitó 15 cms de tela.
Este simple gesto, que puede parecernos una nimiedad hoy en día, fue un gesto valiente; que supuso una auténtica revolución en la moda y la sociedad occidental de entonces.
¡Que una mujer enseñara las rodillas a principios de los sesenta era algo impensable!
Pero las chicas estaban cansadas de vestir (y vivir) como sus madres.
Aunque en verdad esto respondía a algo mucho más profundo que enseñar cacho.
La sociedad estaba cambiando a pasos agigantados, y la ropa no hizo más que atestiguarlo.
Ese límite que Mery traspasó con sus tijeras, de algún modo le dio permiso al resto de mujeres, para dejar de conformarse y avanzar un poquito más hacia la conquista de su libertad personal.
Gran parte de la sociedad se escandalizó al ver este atrevimiento, pero pasado un tiempo, lo fueron aceptando como algo natural. Y poco después vendrían los shorts, las faldas más cortas aún, los bikinis y muchas otras conquistas textiles (que, quizás gracias a ese primer paso, costaron menos conseguir).
Aparentemente sólo eran unos pocos centímetros de tela, ¡pero todo lo que significaban en verdad!
Y yo ahora te pregunto…
¿Cuáles son las maxifaldas de tu vida?
¿Cuáles son tus quince centímetros, esa limitación (quizás autoimpuesta) que te separa de la vida que deseas?
Quizás sea vestirte con cierto tipo de ropa (oscura, holgada,…), o no pisar la playa ni la piscina, porque no aceptas tu cuerpo y te da miedo el qué dirán.
O no montarte en un avión, por miedo a viajar.
A lo mejor es quedarte en casa -a pesar de las ganas que tienes de conocer a gente nueva-, por no querer experimentar la incomodidad del posible rechazo, o de verte oxidado al socializar.
O puede que sea no apuntarte a clase de baile por vergüenza; no lanzarte a montar tu propio negocio por miedo. Quizás sea aguantar en esa relación tóxica o mediocre por miedo a quedarte solo,…
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Tus barreras
Todos tenemos alguna limitación.
Barreras mentales que, una vez te atreves a superarlas, ponen patas arriba tu mundo interior… Pero te abren a un nuevo abanico de posibilidades.
Y seguramente cuando cruces ese umbral, ¡verás que tampoco era para tanto lo que pasa después!
No ha muerto nadie, no han dejado de hablarte, no te has quedado solo.
No han sucedido ni la mitad de las cosas horribles que creías que pasarían.
Entonces te das cuenta de que eran excusas para no avanzar. Para quedarte cómodo y calentito en tu zona de confort (aunque te estuviera asfixiando).
Y créeme que te entiendo, como buena amante de lo cómodo y calentito que soy 😉
Escucha tus gritos de libertad, son el síntoma de tu propia (r)evolución.
Si no te atreves a cortar tus quince centímetros de golpe, ve haciéndolo a poquitos, no pasa nada.
¡Pero avanza!
Imagínate cómo sería tu vida, cómo te vas a sentir.
Permítete empujar un poquito ese muro que te separa de tu versión favorita, a ver qué pasa.
Con cariño,
Ainoa
PD: Una buena idea para lograr eso que te propones, es contar con una guía. Si no puedes -o no quieres- contratar a un profesional para empezar un proceso de desarrollo personal, no pasa nada. Hay otras soluciones más económicas. Como la preciosa agenda Creatuvida, que te servirá para mantener el foco e ir dando de forma segura los pasitos necesarios para precisamente eso, crear la vida que deseas.
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