¿Qué es el niño interior herido y por qué debes sanarlo? (PAS)

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Ana no lo sabía entonces, pero ya desde pequeñita era especialmente sensible y perceptiva. Como decía su madre, siempre estaba “en su mundo”. Tenía una imaginación desbordante, sus emociones eran intensas y profundas, se preocupaba por los demás, era muy comprensiva,…cosa que no abundaba entre los niños de su edad.

Pronto se empezó a sentir “la rarita”.

Un día en el cole se atrevió a compartir con sus compañeros su amor por los libros y el arte. Esperaba que se sintieran tan emocionados como ella, pero en lugar de eso, se rieron y se burlaron en su cara.

Ese día, Ana se sintió profundamente herida y rechazada. Así que decidió ocultar su sensibilidad y encerrarse en sí misma para evitar más críticas.

Sin darse cuenta, a partir de esa experiencia se volvió más introvertida y desconfiada. Siempre temía que los demás la rechazaran o se burlaran de ella.

El tiempo paso, Ana creció y se convirtió en una adulta, pero esa herida de la niña interior le seguía afectando, impidiéndole conectarse del todo con los demás.

 

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Por su parte, Claudia era una niña muy movida y curiosa, siempre estaba de aquí para allá. Le encantaba jugar y bailar, era pura alegría.

Pero se emocionaba tanto, que sin darse cuenta su tono de voz resultaba irritante para los demás.

Sus padres -que eran muy estrictos- siempre la estaban mandando callar, especialmente cuando estaban en público: “Claudia, estate quieta. Claudia, no hables tan alto, que molestas. Claudia hija, qué pesadita eres”.

No se dio cuenta hasta que fue mayor, pero de tanto escuchar esos mensajes, terminó sintiendo que era un incordio de persona, que no podía expresar su alegría y que su presencia molestaba.

Evidentemente sus padres lo hicieron con la mejor intención, querían educarla para que se integrara bien y no tuviera problemas en el futuro. Pero no fue así como ella lo recibió. Cada uno de esos mensajes le causaron un fuerte impacto negativo que fue mermando su autoestima.

¿Qué tienen en común Ana y Claudia?

 

El niño interior

La vida es un viaje emocional en constante evolución.

Según vamos creciendo y experimentando diferentes situaciones, vamos coleccionando heridas emocionales en nuestros corazones. Algunas más profundas, otras sólo son rasponcillos (depende también de la sensibilidad de cada cual). Pero normalmente las mayores heridas se nos crearon con las experiencias de la infancia.

Y tiene su lógica. Porque cuando eras pequeñín estabas desprotegido, no sabías nada del mundo, necesitabas a tus adultos de referencia para ir aprendiendo herramientas con las que desenvolverte en el entorno. Eras una esponja, un lienzo en blanco, abierto y receptivo a todo lo que te rodeaba. Cada vivencia te fue curtiendo, impactando y enseñando (a veces de forma dolorosa e incluso traumática).

El término “niño interior herido” se ha convertido en un concepto importante en el campo del bienestar emocional y el crecimiento personal. Se refiere a las partes de nosotros que quedaron dañadas, abandonadas o sin resolver durante nuestra infancia.

Estos aspectos dolorosos pueden influir en nuestras emociones, pensamientos y comportamientos en la edad adulta (incluso aunque no seamos conscientes de ellos).

Entender y sanar esa parte nuestra es esencial en el proceso de desarrollo personal. Así que vamos a ver cómo empezar a sanarlo.

 

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La importancia del niño interior herido

Nuestro niño interior es una parte vulnerable y sensible, que todos tenemos. Guarda nuestras experiencias y emociones más profundas.

Si nuestras necesidades emocionales no fueron satisfechas adecuadamente en la infancia (o al menos no como nos hubiera gustado), esas heridas pueden persistir y afectarnos negativamente de adultos.

¿Y por qué es importante prestar atención a nuestro niño interior herido?:

 

1. Influencia en nuestras relaciones

Las experiencias no resueltas de la infancia pueden manifestarse como patrones de comportamiento y relaciones disfuncionales en la edad adulta. Podemos tener dificultades para confiar en los demás, establecer límites saludables o expresar bien nuestras necesidades emocionales. Sanar al niño interior nos permite establecer conexiones más auténticas y significativas con los demás.

 

2. Autocrítica y baja autoestima

El niño interior herido puede alimentar la autocrítica y la baja autoestima. Nos encontramos juzgándonos constantemente o sintiéndonos indignos de amor y éxito. Al sanar esta parte interior nuestra, podemos cultivar una mayor compasión y aceptación hacia nosotros mismos.

 

3. Respuestas emocionales desproporcionadas

Cuando no hemos sanado nuestro niño interior herido, podemos reaccionar emocionalmente de manera desproporcionada a ciertas situaciones. Podemos sentirnos abrumados por el miedo, la ira o la tristeza sin razón aparente. Al abordar estas heridas emocionales, podemos responder a los desafíos de la vida con mayor equilibrio y claridad.

 

 

 

¿Por qué es tan importante sanar tu niño herido si eres PAS?

Para una Persona Altamente Sensible (PAS), la herida del niño interior puede ser aún más profunda y compleja. La alta sensibilidad conlleva una capacidad innata para captar y procesar intensamente las emociones y los estímulos del entorno.

Esta sensibilidad puede hacer que las experiencias emocionales, especialmente las negativas, sean aún más abrumadoras y difíciles de superar (como en el caso de Ana, que te conté nada más empezar este artículo)

 

Si no se aborda adecuadamente, la herida del niño interior puede tener un impacto significativo en la vida de una PAS:

  • Mayor susceptibilidad emocional: Las PAS podemos ser más vulnerables a las críticas y al rechazo debido a su alta sensibilidad. Las heridas emocionales pueden perdurar más tiempo y tener un efecto más duradero en nuestro bienestar emocional.

 

  • Dificultad en el establecimiento de límites: La naturaleza empática de las PAS puede hacer que tengamos dificultades para establecer límites saludables en nuestras relaciones. Podemos sentirnos responsables de los sentimientos de los demás y sacrificar nuestras propias necesidades para evitar conflictos.

 

  • Evitación del crecimiento personal: Las heridas del niño interior no resueltas pueden convertirse en barreras que impiden el crecimiento personal y la autorealización. Una PAS puede sentir miedo de enfrentarse a sus miedos o de explorar nuevas oportunidades, lo que limita su desarrollo personal y profesional.

 

  • Autoestima y confianza debilitadas: La herida del niño interior puede socavar la autoestima y la confianza en sí mismo de una PAS. Pueden tener dificultades para reconocer su valía y talentos únicos debido a una percepción distorsionada de sí mismos.

 

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Sanar el niño interior es esencial para una PAS, ya que les permite:

  • Reconocer y abrazar su alta sensibilidad como una fortaleza en lugar de una debilidad.
  • Establecer límites saludables y desarrollar relaciones auténticas y significativas.
  • Liberarse de patrones negativos de pensamiento y comportamiento arraigados en su infancia.
  • Cultivar una mayor confianza y autoestima, reconociendo su valor intrínseco.
  • Vivir una vida plena y auténtica, aprovechando su sensibilidad como una herramienta poderosa para el crecimiento personal y la conexión significativa con el mundo que les rodea.

 

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¿Cómo sanar al niño interior?

El proceso de sanar al niño interior (para cualquier persona) puede ser profundo y transformador. Aquí hay algunas estrategias para comenzar este viaje de autodescubrimiento y curación:

 

1. Reconoce las heridas

Reflexiona sobre tu infancia y trata de identificar las experiencias que pudieron haberte dejado dañado. Esto puede ser doloroso, pero es esencial para comenzar el proceso de curación.

 

2. Permítete sentir

Permítete sentir y expresar las emociones que surgen al recordar las experiencias pasadas. No reprimas tus sentimientos. Acógelos con amor y compasión. Algunas formas efectivas de liberar emociones reprimidas son: Llorar, escribir en un diario, cantar, hacer tapping, expresar con tu cuerpo de forma somática tus emociones, hablar con alguien de confianza, recibir terapia.

 

3. Practica la auto-compasión

Trátate con amabilidad y compasión. Recuerda que todos tenemos heridas emocionales y que está bien sentirse vulnerable en este proceso. Date el espacio para crecer y sanar a tu propio ritmo ¡no es un proceso lineal, ten paciencia!

 

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4. Cultiva nuevos patrones

Una vez que hayas identificado tus heridas, trabaja en reemplazar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos con nuevos patrones saludables. Practica afirmaciones positivas, establece límites saludables y pon cariño en tu autocuidado.

 

5. Perdónate y perdona

Aprende a perdonarte a ti mismo por las decisiones o acciones pasadas que puedan haber contribuido a las heridas emocionales. También te animo a perdonar a aquellos que te hicieron daño en el pasado. El perdón no significa justificar el comportamiento dañino, sino liberarte del peso emocional que conlleva el resentimiento.

 

6. Busca apoyo

Considera buscar apoyo profesional para trabajar en la sanación de tu niño interior. Un terapeuta o consejero puede ayudarte a superar las heridas emocionales con orientación y herramientas útiles.

 

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Conclusión

Sanar al niño interior herido es un acto de amor propio y un paso hacia una vida más plena, consciente y auténtica. Al abordar estas heridas emocionales, podemos evolucionar como persona, liberarnos del pasado, aprender de éste y abrirnos a nuevas posibilidades en el presente.

Recuerda que el proceso de curación puede requerir tiempo y paciencia, pero el resultado valdrá la pena. Abraza a tu niño interior con compasión y cuidado, permítele que florezca en su plenitud, ya veras que liberación.

Un abrazo,

Ainoa

 

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