¿Alguna vez te ha pasado que alguien te pidió un favor que no querías hacer, o te propuso un plan que no te apetecía nada, y acabaste cediendo con una sonrisa en la boca (y rechinando los dientes por dentro)?
Quizás cuando alguien se te cuela en la cola del supermercado, prefieres tragarte tu indignación y no decir nada, para evitar conflictos.
O cuando te traen la comida en el restaurante y no está a tu gusto, te la comes igual, “por no molestar”.
Si es así, es fácil que sientas que los demás no te respetan del todo, que siempre sales tú perdiendo, que a veces “de bueno que eres, te pasas a tonto“. Incluso puede que hayas atraído a tu vida personas tóxicas o aprovechadas, que se han beneficiado de tu dificultad para marcar límites…
¿Asertividad? ¿Eso qué es?
La asertividad es la habilidad de comunicar tus pensamientos, sentimientos, deseos y opiniones de manera clara y respetuosa, sin violar los derechos de los demás. Ser asertivo implica mantener un equilibrio entre ser firme y amable en la comunicación.
Es muy importante por varias razones:
- Mejora la comunicación: La asertividad facilita la comunicación eficaz y honesta, lo que nos permite comprendernos mejor los unos a los otros.
- Resuelve conflictos: Al expresar tus deseos y límites de manera asertiva, das la oportunidad de que se puedan prevenir o resolver conflictos de manera más constructiva (por ahora nadie lee mentes, así que si no te expresas, los demás no pueden saber qué necesitas o qué te pasa.)
- Fortalece la autoestima: Ser asertivo implica reconocer tus propios derechos y tener confianza en tu capacidad para comunicarte. Además, al favorecer que los demás te respeten y valoren, esto ayudará a que tu también lo hagas, sintiéndote más seguro y a gusto contigo mismo.
- Mejora las relaciones: Fomenta relaciones más saludables, ya que se basan en la honestidad y el respeto mutuo.
“La forma en la que nos comunicamos con otros y con nosotros mismos, determina la calidad de nuestras vidas” Anthony Robbins
¿Qué peligros puede tener no ser asertivo?
- Si no eres asertivo, puedes caer en la pasividad, lo que significa que te dejas llevar por los deseos de los demás, ignorando tus propias necesidades.
- Si lo haces durante demasiado tiempo, esto genera una profunda desconexión contigo mismo. Después de tanto tiempo sin escucharte, llega un momento en el que eres un desconocido para ti. Ni siquiera sabes qué te apetece, qué valoras, qué necesitas… Lo que muy seguramente acabe trayendo otros problemas más graves como baja autoestima, estrés, ansiedad, falta de seguridad personal, relaciones desequilibradas en las que se aprovechan de ti,..
- Como una olla exprés, vas acumulando toda esa frustración que no expresas, lo que puede generarte mucho resentimiento (para con los demás… y contigo mismo -que eres quien no se está protegiendo-).
- Nadie puede ser pasivo todo el tiempo. Llega un momento en el que toda esa tensión acumulada sale por algún lado. Es entonces cuando te comportas con cierta agresividad. A menudo es por la gota que colma el vaso. Pero también por miedo a que, si no te pones bruscos, te sigan haciendo daño indefinidamente. Es una forma desesperada de pedir respeto. El problema es que puede hacerte sentir muy culpable -por verte reaccionando tan feo- y terminar dañando tus relaciones.
- Cuando callas -o dices lo contrario de lo que realmente quieres-, estás generando interferencias en la comunicación, y por tanto en tus relaciones. Esto impide que los demás no te conozcan y puedan adaptarse o ceder de vez en cuando (igual de bien que haces tú). Es decir, que sin querer, estás favoreciendo los malentendidos y el desequilibrio en la relación.
Así que, como ves, la asertividad es fundamental para tener una buena comunicación y relaciones satisfactorias. Ayuda a evitar los extremos de pasividad y agresividad, promoviendo un equilibrio entre expresar tus necesidades y respetar las de los demás (no te pierdas el próximo artículo en el que te cuento todo esto)
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¿Cómo ser asertivo sin parecer borde ni mandón?
Muchas veces no somos firmes en cuanto a nuestra asertividad, por miedo a la imagen que proyectaremos. Nos da miedo parecer demasiado autoritarios o secos. Y es que, cuando tenemos problemas con este área, empezar a marcar limites se siente muy incómodo y hostil…
Pero como estás viendo, es una habilidad muy importante en la comunicación, así que no hay excusa que valga.
¡A sostener esa incomodidad y a practicar ante la mas mínima ocasión!
Aquí tienes algunos consejos para que te cueste menos:
- Piensa antes qué quieres decir -sobre todo si vas a abordar una conversación difícil-. Escríbelo y practica previamente. Puedes grabarte hablando y luego, sentarte en otro lado, imaginando que eres la otra persona. Escuchas lo que acabas de decir. Imagina cómo se sentirá al escucharte, si te va a entender y si crees que tienes que pulir tu mensaje o hacerlo más contundente.
- Regula previamente tus emociones y tu energía. Te animo a hacer un trabajo interno con este asunto, para comprender por qué te sientes como te sientes, qué te ha molestado realmente, etc. Y antes de ponerte frente a tu interlocutor, ir lo más calmado y centrado posible. Puedes hacer unos minutos de ejercicio tipo cardio, para liberar estrés y emociones enquistadas.
- Usa un lenguaje amable y respetuoso, incluso cuando estés siendo firme. Evita un tono agresivo o sarcástico. Fuera puyas, indirectas, acusaciones, bromas irónicas,…
- Cuida tu lenguaje corporal, procura que sea abierto. Mantén el contacto visual y una postura abierta y firme, de poder. Evita gestos o expresiones faciales que puedan interpretarse como hostiles. No te pases haciendo aspavientos, controla la proxémica (la distancia interpersonal) y la cantidad de espacio que ocupas con tus gestos. Mover los brazos de forma muy amplia y enérgica, invadiendo el espacio vital del otro, es un gesto agresivo.
- La asertividad no se trata sólo de hablar, también debemos escuchar. Presta atención a la otra persona, valida sus sentimientos y demuestra que estás dispuesto a comprender su punto de vista. Es la mejor manera de reducir la tensión.
- Mucho cuidado con acusar a la otra persona o hacerla sentir juzgada. Mejor expresa tus pensamientos y sentimientos utilizando “Yo” (en lugar de “Tú”). Por ejemplo, en lugar de decir “Tú siempre haces esto mal“, puedes decir “Me siento frustrada cuando esto sucede“.
- Suele ser muy útil explicar tus razones por las que estás siendo firme. Esto puede ayudar a la otra persona a comprender tu punto de vista y reducir la sensación de que estás siendo mandón o mandona.
- Si es posible, propón soluciones o alternativas que funcionen para ambas partes. Esto demuestra que estás dispuesto a encontrar un terreno común, algo que os beneficie a ambos.
- Intenta comprender los sentimientos y necesidades de la otra persona. La empatía puede suavizar tu enfoque sin comprometer tu firmeza.
- Evita reacciones impulsivas o emocionales. Mantener la calma en situaciones difíciles muestra tu capacidad de manejar el conflicto de manera madura.
- Sé coherente. De nada sirve que un día seas muy firme si al siguiente vuelves a tratarte a ti mismo como un felpudo. Esto sólo confunde a los demás y hace que no sepan cómo tratarte. Mejor mantener un estilo de asertividad congruente y mantenido en el tiempo de forma natural. Para eso hay que practicar mucho y limpiar las creencias irracionales que te impiden ser asertivo (si necesitas ayuda, aquí me tienes)
Ejemplos prácticos de frases asertivas
Como hemos visto, ser asertivo es clave para comunicarte de manera respetuosa y firme.
ASERTIVIDAD = Me respeto + Te respeto
Así en la teoría muy bien, pero puede ser bastante complicado llevarlo a cabo en el día a día para quienes tienen problemas con esto de marcar límites… por eso te dejo aquí algunos ejemplos de frases para diferentes situaciones:
- Expresar desacuerdo:
- “Comprendo tu punto de vista, pero yo veo las cosas de otra manera.”
- “No estoy de acuerdo con esa idea, y me gustaría discutirla más a fondo.”
- “Entiendo tu perspectiva, pero desde mi punto de vista, creo que…”
- “No estoy convencido de que esa sea la mejor opción; yo sugeriría…”
- Comunicar una decisión:
- “He reflexionado sobre ello y he decidido que…”
- “Después de pensar en esto, he llegado a la conclusión de que…”
- “He tomado una decisión definitiva: voy a seguir adelante con este proyecto”.
- “Después de meditarlo detenidamente, opto por no participar en esta ocasión.”
- Negarte a algo que te han pedido:
- “Me gustaría poder ayudarte, pero en este momento no puedo comprometerme.”
- “No puedo aceptar esa petición, ya que tengo otros compromisos.”
- “Me encantaría ayudarte, pero ahora mismo no puedo comprometerme debido a mis otros compromisos.”
- “Lamentablemente, no puedo aceptar tu solicitud en este momento, ya que estoy priorizando otras responsabilidades.”
- Marcar un límite:
- “Cuando se trata de este tema, no me siento cómodo, así que prefiero no hablar de ello.”
- “Me ha molestado que se cruzara ese límite, y necesito que se respete en el futuro.”
- “Gracias, pero no voy a discutir este tema, ya he tomado mi decisión (o mi opinión es firme al respecto)”.
- “Es importante para mí que respetamos este límite; no me siento cómodo hablando de mi vida personal”.
- Ganar tiempo antes de dar una respuesta:
- “Necesito pensar un poco más sobre esto antes de tomar una decisión.”
- “Me gustaría considerar tu petición, ¿puedes darme un día para pensar en ello?”
- “Necesito reflexionar un poco más sobre tu propuesta; ¿te importaría si te doy una respuesta mañana?”
- “Me gustaría considerar tu sugerencia con detenimiento. ¿Podemos hablar al respecto después de mi reunión de mañana?”
Recuerda que la asertividad se trata de expresar tus pensamientos, sentimientos, necesidades y opiniones de manera respetuosa y honesta. Sin dañar a los demás ni a ti mismo.
Busca siempre un equilibrio entre ser firme y amable, y practica estas habilidades para mejorar tu comunicación asertiva.
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